A los 60 años de edad, murió Diego Armando Maradona. El mejor jugador de todos los tiempos sufrió un paro cardiorrespiratorio en la estancia del barrio San Andrés donde estaba atravesando una internación domiciliaria luego de haber sido sometido a una operación por un hematoma subdural.

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Nació un 30 de octubre de 1960 en el barrio de Lanús y creció en Villa Fiorito, donde rápidamente se ganó el apodo de Pelusa. Desde muy chico se hizo amigo de la pelota y a los nueve años ingresó al equipo que dirigía su padre, el mítico Los Cebollitas, donde rápidamente generó celos en sus compañeros por su desparpajo y habilidad.

"Profe, tengo un amigo que es mejor que yo. ¿Lo puedo traer la próxima semana?". Las palabras fueron de Goyo Carrizo, uno de los mejores jugadores que tenía en el equipo infantil de Argentinos Juniors para menores de 10 años. El entrenador, Francisco Cornejo, asintió con la cabeza y en marzo de 1969 Diego se presentó en el predio de Saavedra donde entrenaban las infantiles del Bicho de La Paternal.

Argentinos Juniors

Así comenzó uno de los idilios más emblemáticos en la historia del fútbol. Diez días antes de cumplir los 16 años, el 20 de octubre de 1976, Maradona ingresó con la camiseta número 16 e hizo su debut como profesional en el estadio que años después pasaría a llevar su nombre. Esa cancha, ubicada en la intersección de Boyacá y Juan Agustín García, fue el primer recinto en donde desplegó su magia.

En los cinco años que siguieron a su bautismo en primera división, entre 1976 y 1981, se erigió como el máximo goleador de su equipo. Con apenas 20 años ya era récord en el terreno nacional: es el único jugador que ha conseguido consagrarse artillero del torneo argentino en cinco oportunidades (Metropolitano 1978, Metropolitano y Nacional 1979, Metropolitano y Nacional 1980).

Entre tanto, en 1977 ya había incorporado a Jorge Cyszterpiller como su representante y los medios nacionales se permitían cuestionar al entrenador de la Selección, César Luis Menotti, por prescindir de él al dar la nómina de convocados para el Mundial de 1978. Un 2 de junio de 1979, asentado ya como el mejor canterano que tenía el seleccionado, hizo su primer gol con la Mayor. Meses después, fue elegido mejor futbolista del Mundial Juvenil que alzó la Argentina en Japón. En la final, convirtió un gol en el triunfo por 3-1 ante la Unión Soviética.

Boca

El 20 de febrero de 1981 se produjo la transferencia más importante en la historia del fútbol doméstico. La bomba la activó el propio Diego, cuando en una nota con el diario Crónica expresó: "Quiero ser jugador de Boca".

Luego de una novela que recorrió los principales periódicos nacionales durante una semana, el 19 de febrero el club de la Ribera ofertó a Argentinos Juniors $2.500.000 por el préstamo del Pelusa hasta el final del Mundial de España 1982, más los pases definitivos de cuatro jugadores (Carlos Randazzo, Osvaldo Santos, Carlos Salinas y Eduardo Rotondi), otros dos a préstamo por un año (Mario Zanabria y Miguel Bordón) y el pago de deudas que Argentinos tenía con la AFA y con un banco, por U$S 1.500.000.

Tras firmar su contrato ante las cámaras de Canal 13, jugó desgarrado un amistoso en La Bombonera entre Argentinos y Boca, un tiempo para cada equipo. Dos días después, el 22 de febrero de 1981, hizo su debut oficial con la camiseta azul y oro, en La Boca, con la aportación de dos goles de penal para que el Xeneize venciera por 4-1 a Talleres.

Sus inicios en Boca fueron complejos por los reiterados choques con el histórico entrenador, Silvio Marzolini. El 10 de abril escribió su primera página inolvidable, en uno de los Superclásicos más recordados frente a River. En La Bombonera y bajo una lluvia torrencial, el equipo goleó 3-0 al Millonario con un doblete de Miguel Ángel Brindisi y un tanto memorable de Diego, que dejó por el piso a Fillol y a Tarantini con amagues para terminar definiendo abajo del arco. Obtuvo el Campeonato Metropolitano de 1981 y se marchó tras la Copa del Mundo de 1982, en la que convirtió sus dos primeros goles mundialistas.

Barcelona

1.200 millones de pesetas abonó el Barcelona tras el Mundial para quedarse con su pase, en lo que fue el inicio de su trayectoria por el Viejo Continente. Consiguió con la entidad azulgrana la Copa de la Liga, la Copa del Rey (ambas en 1983) y la Supercopa de España (1984), pero una hepatitis y una fractura en su tobillo izquierdo perjudicaron su rendimiento.

Su partida fue caótica: en la final de la Copa del Rey 1984, el Barca fue derrotado por el Athlétic de Bilbao y tras el final del partido, Diego agredió al rival Miguel Ángel Sola. La Federación Española de Fútbol le impuso una sanción de tres meses sin poder jugar en las competiciones españolas y eso llevó al presidente del club catalán, José Luis Núñez, a aceptar una oferta millonaria del Nápoli. Abandonó a los culés con 38 goles en 58 encuentros.

Mundial 1986

En México se eternizó. El equipo de Carlos Salvador Bilardo llegaba muy cuestionado a disputar la Copa del Mundo luego de haberse clasificado con un gol agónico de Ricardo Gareca en el Monumental. Entre 1982 y 1985, Maradona había pasado tres años sin jugar un encuentro oficial con la Selección Argentina porque el entrenador había decidido priorizar a los jugadores del fútbol local.

Con la clasificación, el equipo nacional forjó su impronta con una concentración en la ciudad jujeña de Tilcara y arribó un mes antes de la competición a tierras aztecas. En la última etapa de preparación, Daniel Passarella sufrió un problema en su intestino, quedó marginado de la Copa y Bilardo decidió otorgarle la capitanía al Diez.

El torneo de Diego se dividió en dos. Uno, en la fase de grupos, en la que fue importante con un grito para empatar frente a Italia 1-1 en el segundo partido de la zona. Desde octavos de final en adelante, fue otra historia: en el clásico contra Uruguay envió un aviso de lo que significaba su estirpe al desparramar a los jugadores charrúas durante los 90 minutos. Argentina apenas ganó 1-0.

22 de junio de 1986, Estadio Azteca, el partido de su vida. El duelo con Inglaterra tenía ribetes extraordinarios, que excedían a lo que iba a suceder en el campo. Fue el primer partido entre ambos países tras la Guerra de Malvinas. Seis minutos del segundo tiempo, con el encuentro 0-0, llegó el primer impacto: "La mano de dios", la bautizaría él mismo en las declaraciones post-partido. De nada sirvieron las alocadas protestas del arquero Peter Shilton. Cuatro minutos después, el Gol del Siglo, el mejor de todos los mundiales. Seis futbolistas ingleses por el camino desde el inicio del trayecto en mitad de cancha. Se inmortalizó por siempre.

En semifinales, se robó el partido contra Bélgica con un doblete y en la final, con el partido igualado 2-2 y a cinco minutos del cierre, asistió a Jorge Burruchaga cuando lo rodeaban tres rivales, para que el delantero decretara el 3-2 definitivo. Éxtasis, jolgorio y luego, de regreso al país, saludos a la multitud que colmó la Plaza de Mayo, desde el Balcón de la Casa Rosada, junto al presidente Raúl Alfonsín.

Napoli

La histórica consagración en México apuntaló el desempeño de Diego en el equipo del sur de Italia, al que había llevado hasta el tercer puesto del campeonato en su primer año. La temporada 1986-1987 marcó un antes y un después en la institución napolitana. De la mano de Maradona, los celestes consiguieron su primer Scudetto en toda su historia y, además, ganaron la Copa Italia. El Diez aportó 17 goles y siete asistencias en 41 partidos.

Tras erigirse como el goleador de la Serie A en el certamen de 1987-88, llevó al Nápoles a obtener su primer título internacional, con la memorable consagración en la Copa UEFA 1989 frente al Stuttgart de Jürgen Klinsmann, y meses después el equipo volvió a ganar el título local a través de la ofensiva insignia que conformaron Diego, Giordano y Careca. En 1990, atrapó su último título con la Supercopa de Italia. Se constituyó en el jugador más emblemático de la entidad, que jamás volvió a ganar el título de Liga desde su partida.

El Mundial de 1990 fue su última gran gesta como futbolista. Alentado por los simpatizantes napolitanos, Maradona llevó a una Argentina muy disminuida a la final del certamen, con una actuación para la posteridad frente a Brasil en los octavos de final. Con el tobillo maltrecho, edificó una maniobra notable para dejar en el camino a Dunga y asistir a Claudio Caniggia, que eludió al arquero y gritó uno de los goles más emblemáticos en la historia. Tras derrotar a Yugoslavia e Italia en los penales, el conjunto albiceleste cayó en la definición frente a Alemania por 1-0.

Doping y sus últimos años como jugador

El 17 de marzo de 1991 su carrera dio un vuelco. Tras un triunfo del Napoli ante el Bari por la Serie A, el Pelusa fue elegido para el control antidopaje, que daría positivo por cocaína. La Federación italiana le impuso una sanción que lo alejaría de los estadios durante quince meses, sanción que fue ratificada por el Comité de Apelación. Tras esa suspensión, pasó por Sevilla, Newell's, y Boca, donde se retiró, el 25 de octubre de 1997, en un Superclásico ante River que terminó con victoria Xeneize por 2-1.

Antes de su última etapa en el fútbol argentino, dejó sus últimas pinceladas con el seleccionado argentino en el Mundial de Estados Unidos, en 1994. El Diez desplegó toda su jerarquía en la fase de grupos, con un gol ante Grecia y una asistencia decisiva ante Nigeria para que la Argentina consiguiera la clasificación a la fase eliminatoria. Tras ese encuentro, fue sorteado para realizarse el control antidopaje y volvió a dar positivo, esta vez, por sustancias estimulantes (entre ellas, efedrina), lo que derivó en una nueva suspensión de 15 meses, esta vez impuesta por FIFA.

Entrenador

Mientras estuvo suspendido, dirigió entre 1994 y 1995 a Deportivo Mandiyú y Racing, en la primera división del fútbol argentino, ambos pasos sin éxito (apenas 3 triunfos en 23 encuentros, entre los dos clubes). Su trabajo más rutilante se dio entre 2008 y 2010, cuando tomó el mando de la Selección Argentina. Maradona clasificó al equipo al Mundial de Sudáfrica tras unas Eliminatorias infartantes.

En el campeonato del mundo, el conjunto albiceleste ganó la zona ante Corea del Sur, Grecia y Nigeria con puntaje ideal, pasó a México en octavos de final (3-1) y fue eliminado ante Alemania (4-0). Tras esa goleada, Diego dijo adiós, pero se quedó con una plusmarca: con el 75% de los puntos obtenidos (18 victorias, 6 derrotas), es el director técnico con mejor porcentaje en la historia del seleccionado nacional.

Condujo a Al Wasl (2011) y Al Fujairah (2017-2018) en los Emiratos Árabes Unidos, Dorados de Sinaloa (2019) y Gimnasia de La Plata, hasta que debió ser internado de urgencia tres semanas atrás, en la Clínica de Olivos. Entre 2018 y 2019, también fue nombrado presidente del Dinamo Brest de Bielorrusia.