Todas las derrotas en un Superclásico duelen, pero, quizás, ésta lo haga un poco más. River Plate venía de una dolorosa eliminación ante Lanús, en la semifinal de la Copa Libertadores, y el partido ante Boca podía llevarlo por dos senderos tan claros como opuestos.

Un triunfo aplacaría, al menos por un rato, el dolor que arrastraba desde el certamen internacional; una caída, en cambio, podía intensificar el sufrimiento, aumentar el caudal de reproches hacia un plantel diezmado e, incluso, salpicar alguna crítica aislada para Marcelo Gallardo. Sucedió lo último.

El Millonario cayó sin atenuantes por 2-1 ante el Xeneize, en El Monumental, y cerró una de sus peores semanas de los últimos años. Edwin Cardona, de tiro libre, y Nahitan Nández le dieron los tres puntos a los dirigidos por Guillermo Barros Schelotto, mientras que Leonardo Ponzio empató transitoriamente.

Hora de cambios en el Mundo River


Plantel

Los jugadores deberán reponerse rápidamente a estos duros golpes y demostrar que no se perdió la estirpe ganadora en los partidos de eliminación directa. Para ello, tendrá que conquistar una sencilla -desde la teoría- Copa Argentina.

También, será casi una obligación intentar recortarle puntos al rival de toda la vida en la Superliga.

Dirigentes

Los dirigentes, en cambio, deberán pensar con cautela una estrategia para evitar desastres y mantener una buena gestión. Ni el peor escenario, que debe ser este -sólo quedando afuera ante Deportivo Morón en Copa Argentina lo haría peor-,complica al oficialismo de cara a las elecciones de diciembre. Rodolfo D'Onofrio tiene asegurada la reelección.

Sin embargo, un plantel corto y la potencial salida del Muñeco auguran un camino sinuoso para una dirigencia que le debe gran parte de su imágen positiva al entrenador y los títulos cosechados. Malos mercados de pases, casos de doping positivos y las salidas de varios jugadores libres hubieran calado hondo de no haber sido por la extensión del palmarés internacional.

Cuerpo Técnico

Gallardo, por su parte, tiene la tarea más compleja. Mientras intenta ayudar a sus jugadores en la recuperación anímica, deberá modificar un equipo y un sistema que, en las últimas semanas, pareció no funcionar.

A su vez, tiene que definir su continuidad. El contrato del DT vence en diciembre y hasta su más acérrimo detractor, si es que acaso existe, quiere que renueve el vínculo.

¿Se quedará otra temporada más en busca de renovar la gloria o la relación sufrió un desgaste inevitable y su ciclo llegó a su fin?