Decepción, falencias y frustración
Lo decíamos hace apenas unos días: no importa cómo lleguen los equipos al Superclásico. Si algún hincha de Boca pensaba que por ser puntero del torneo local hace más de un año esto iba a ser un trámite, estaba muy equivocado. Y no hacía falta hablar con el resultado ya puesto.
El partido empezó como se preveía, trabado en el medio, con muchos roces. Era uno de esos típicos encuentros en los que el que hace el gol gana. Y River lo consiguió rápido, antes de los 20 minutos, con el penal tontísimo de Cardona a Nacho Fernández que convirtió Pity Martínez. Hasta entonces, Boca tenía la pelota, pero nada más, era todo toquecito intrascendente, sin profundidad, sin juego.
Con el resultado a su favor, River hizo lo que quiso. Mantuvo a Boca lejos de su arco, aunque tampoco se acercó demasiado al de Rossi. En la segunda mitad, el Xeneize salió decidido a igualarlo y hasta tuvo un ratito ínfimo de lucidez, pero chocó una y otra vez contra la muralla Franco Armani (la figura, por escándalo).
Y cuando la mano viene torcida, no hay con qué darle. Después de casi empatarlo, en un contragolpe monumental de Nacho Fernández (Cardona, otra vez Cardona, le miró el número no menos de 40 metros. ¡Ahí tenés que bajarlo, hermano!), Scocco metió el segundo y liquidó el asunto. Podían seguir jugando 24 horas más que Boca no iba a descontar.
¿Qué sensaciones dejó el partido? El Xeneize sintió la falta de alguien que genere juego (un Gago, pongámosle) y una referencia clara en el área. Tevez tuvo una de sus peores noches desde que volvió de China y jamás atinó a hacer lo que se espera de él: que se haga cargo del equipo cuando las papas queman. Lo de Cardona fue malo, tirando a horrible. Apenas Pavón y Pérez aportaron algo de claridad, aunque fue insuficiente. El resto estuvo a tono con la apatía generalizada. ¿Y el DT? Guillermo nunca mostró reacción. Tardó una eternidad en poner un 9 de área (Wanchope entró recién después del 2 a 0 y nada pudo hacer) y no se le cayó una idea.
¿Qué sigue ahora? Para Boca será fundamental asimilar el golpe lo más pronto posible. En lo inmediato, tiene cuatro partidos que definirán su futuro en la Superliga: Atlético Tucumán, Talleres de Córdoba, Defensa y Justicia e Independiente. En el medio, por la Libertadores, recibirá a Junior de Barranquilla y deberá viajar a Brasil para enfrentar al temible Palmeiras.
El margen de error es escaso. Una nueva decepción sería insostenible.