Tuberculosis: la desidia y el descontrol convirtieron al Palacio de Tribunales en un foco de infección
Un turno policial siempre revoluciona a un juzgado. Durante diez días, los delitos que involucren a entre cinco y seis comisarías de la Ciudad de Buenos Aires son su exclusiva responsabilidad. En eso estaba el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº30 cuando llegó al séptimo piso del Palacio de Tribunales un detenido, previo paso por la alcaldía que funciona en el subsuelo.
Entre indagatorias y trámites varios, el hombre estuvo unas tres horas. Tosía y tosía ante la mirada del agente que lo custodiaba. Cuando llegó su turno, entre las cuestiones de rutina, se le preguntó si tenía alguna enfermedad. "Sí, tengo tuberculosis".
La tuberculosis es una infección bacteriana que afecta principalmente a los pulmones, pero que puede afectar también a otros órganos. Tos, fiebre y pérdida de peso son algunos de los síntomas. Para detectarla hay que hacerse una radiografía de tórax y el test de Mantoux (PPD) que consiste en darse una inyección que permite revelar si se estuvo o no en contacto con la bacteria.
La tuberculosis es una infección bacteriana que afecta principalmente a los pulmones, pero que puede afectar también a otros órganos.
La mujer que permaneció más tiempo con el detenido terminó internada en un centro privado donde se le detectó la enfermedad. Ante esa situación, sus compañeros pidieron que se active un protocolo de salud, pero fueron inicialmente desoídos. El gremio de los judiciales tomó el juzgado el 1º de junio y lo clausuró de "oficio". Finalmente, la Cámara del Crimen ordenó una desinfección y la Corte declaró feriado aquel día mientras intentaron, por otro lado, minimizar la situación y considerarla como algo aislado.
A mediados de junio, la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación envío una nota al Consejo de la Magistratura donde recopilaba cuatro casos de contagio y solicitaba que se tomen medidas de prevención en los juzgados.
Nada de esto llegó hasta que se hizo pública la situación: entre seis y ocho personas tienen tuberculosis o deben hacer un tratamiento preventivo que les llevará más de tres meses por haber estado expuestos al germen que la causa, el bacilo de Koch.
A la nota del gremio judicial se le sumaron en la última semana un comunicado del Colegio Público de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y otro de la Asociación de Magistrados y Funcionarios. Los comentarios ya circulaban hace días en los pasillos tribunalicios. La Defensoría General de la Nación (el organismo que nuclea a todos los defensores oficiales federales y nacionales) envió por mail una serie de recomendaciones para tener en cuenta en caso de haber estado expuesto a una posible situación de riesgo.
La molestia de muchos de los empleados va por la inacción que presentó la Cámara del Crimen cuando se conocieron los primeros contagios.
Hay dos ejes centrales en la polémica. Por un lado, la molestia de muchos de los y las empleadas va por la inacción que presentó la Cámara del Crimen cuando se conocieron los primeros contagios. "¿Acaso al Poder Judicial no le importa a lo que estamos expuestos?", se preguntaban al mismo tiempo que averiguaban, por su cuenta, a qué infectólogo podían recurrir.
El otro punto viene desde hace tiempo en discusión: el estado de las unidades de detención, en especial la U-28, que funciona en el subsuelo del palacio de Tribunales y por donde pasan todos los detenidos que deben presentarse ante un juzgado o tribunal de la zona. Hacinamiento, suciedad, presos que duermen en el suelo o que están varios días aunque supuestamente es un lugar de paso, de tránsito y no de estadía.
¿Alguien revisa a los detenidos cuando llegan? ¿Les preguntan sobre su estado de salud? Los judiciales aseguran que no. A esto se le suma el pésimo estado de todas las cárceles y el escaso control sanitario que tienen. ¿Cómo se controla un foco de infección si los médicos no llegan a revisar a todos o no lo hacen de manera eficiente?
Hay que destacar que en los lugares de encierro la tasa de contagio de tuberculosis es mucho mayor de la habitual, al igual que la de otras enfermedades como la sarna. ¿Quién controla que las cárceles sean "sanas y limpias" como dice la Constitución?