El aislamiento social, preventivo y obligatorio confinó a miles de argentinos en sus hogares. Desde su decreto, una gran porción de los habitantes del país sólo ha salido de sus casas para realizar compras de primera necesidad. En este contexto, múltiples trabajadores considerados esenciales por el Gobierno nacional fueron exceptuados de la medida.

El Canciller se comunicó con tres empleados que continúan llevando adelante sus respectivas tareas y encontró una coincidencia entre una cocinera, un chofer de ambulancias y una cajera de supermercado: todos observan una gran cantidad de adultos mayores en las calles. Sus testimonios sobre cómo es trabajar durante el aislamiento.

Laura, cajera de supermercado

"Por momentos es un poco estresante. La gente o no entiende o no toma las medidas necesarias de prevención. Hay personas que vienen varias veces al día con la excusa de salir a comprar y no es justo. Observo mucha negligencia de los mayores, que se acercan constantemente. Y hay muchos que utilizan al supermercado de excusa pero salen a hacer ejercicio", relató.

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A su vez, destacó que recibe varias muestras de agradecimiento de los clientes por cumplir con su obligación laboral.

Consultada por el bono de $5.000 que el sindicato de Comercio les otorgará a los empleados de Coto, Carrefour, Jumbo y Walmart, reveló que la retribución será instrumentada mediante una tarjeta que sólo podrá usar en el establecimiento en el que trabaja.

Con esta modalidad, el dinero volverá a manos de los empresarios. "Hoy me desayuné con esta noticia, pero a mí me viene bien igual porque mercadería compro y creo que representa un reconocimiento al esfuerzo", sostuvo.

Andrés, chofer de ambulancia

Considerado trabajador de riesgo, afirma que extremó los recaudos en higiene desde el inicio de la pandemia por solidaridad con el resto de la sociedad. "Yo en realidad estoy con miedo porque nosotros seguimos trasladando pacientes con tuberculosis o HIV y un descuido mío hace que pueda tener una complicación", explica.

Andrés aprovecha el reportaje para poner de relieve las carencias del sistema sanitario y cómo una agravación de la enfermedad en el país podría devenir en un desborde sin precedentes.

"En la cadena de trabajo de la salud, las cosas no se hacen como se debe. Yo hago tres trabajos en uno muchas veces: chofer, camillero y enfermero. En nuestra empresa, hay 11 móviles de terapia intensiva donde el conductor no tiene ningún resguardo, están tercerizados y no poseen los derechos básicos, como vacaciones o un seguro. Hay cosas que no son lógicas, muy pocas compañías trabajan seriamente", grafica.

Si bien lamenta "sorprenderse de muchas situaciones día a día", reconoce -y celebra- la "buena onda" con los empleados de la salud y la seguridad que observa por estos días.

Romina, cocinera en un frigorífico

Desde Loma Hermosa, se encarga de producir alimentos para las grandes cadenas de supermercados y carnicerías de la zona. "Estoy en contacto con casi 90 personas todos los días, entre los que cocinan, envasan y administran los productos. De manera obligatoria, tengo que utilizar el barbijo para trabajar. En la cocina, con el calor de las hornallas y el vapor de las ollas, es incómodo, pero te acostumbrás", reconoce.

"Apenas llego a mi casa me ducho y mando la ropa a lavar. Cuando salgo a realizar las compras, también debo llevar puesto el barbijo. Es una cuestión de solidaridad social que muchos no comprenden, hay días con gran afluencia de gente en las calles", cierra.