El homicidio de un empleado municipal perpetrado por el hijo del narcotraficante Miguel Mameluco Villalba y el crimen de un policía en San Pedro trajeron a 2018 la discusión sobre las salidas transitorias y libertades condicionales, tema polémico desde hace años.

¿Por qué está preso un preso? Dos opciones: fue condenado o está siendo investigado. La segunda de las posibilidades debería ser una excepción en el país, pero la mitad de las personas que están en las cárceles no tiene sentencia firme. En algunas jurisdicciones, ese número llega al 60%. La puerta giratoria se las debo.

El objetivo de poner preso a alguien es lograr que esa persona pueda entender "respetar la ley” para luego reinsertarse en la sociedad. Así lo dejan en claro la Constitución (que habla de cárceles "sanas y limpias”, que no serán para castigo) y los pactos internacionales a los que Argentina adhirió, que hablan de "reforma y readaptación social de los condenados”. Por esos mismos pactos es que tampoco es una opción que una condena sea para siempre (hasta nuestra perpetua tiene un límite) ni es posible la pena de muerte.

Según los últimos datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (con datos de 2016), en el país hay 76.261 presos aunque son 39.373 los que tienen una condena firme. Sólo las personas que efectivamente fueron condenadas pueden acceder a algunos de los mal llamados "beneficios”: adelantamientos de pena, salidas transitorias, libertad condicional y otras formas que sirven como transición entre la cárcel y el afuera.

Reabren la discusión por las salidas transitorias y la libertad condicional

No es lo mismo ser que estar y no todos los presos pueden acceder a una libertad condicional: sólo pueden hacerlo los que no hayan sido declarados reincidentes, otro término que suele escucharse mucho. Entre reincidentes y reiterantes (la diferencia jurídica es un debate al que no nos vamos a sumar en este momento) suman más de 10.800 en todo el país.

También tienen que tener buena conducta y un informe favorable del Consejo Correccional dentro del Sistema Penitenciario Federal. ¿Cuánta gente hay entonces bajo alguna de estas figuras? 2781 personas tenían salidas transitorias mientras que 393 están libertad condicional. Ese número seguro aumente cuando algunas de las 4545 supere el período de prueba, al que pueden acceder cuando cumplieron más de la mitad de su condena o, en caso de perpetua, unos 15 años.

Hay también otras modalidades: régimen de semilibertad, de pre-libertad y prisión discontinua, que suman unos 6437 presos más. En definitiva, de 39.373 personas que puedan acceder a estas formas de reinserción, sólo un 24% efectivamente lo hace (un 12% de la población carcelaria total).

Entonces, si los presos que efectivamente egresan antes de cumplir todas su pena no son un mayoría, quizás el problema sea la modalidad de control y no la forma en la que la ley prevé que se cumplan. Existe un "Protocolo de Acompañamiento de Internos en Salida Transitoria” donde se indica que un empleado penitenciario acompañará al beneficiario de las salidas hasta el domicilio y el detenido quedará bajo responsabilidad de un familiar.

Para la Unidad Fiscal de Ejecución Penal (los fiscales que se encargan de controlar como se cumple la pena a nivel federal), lo ideal sería que las salidas transitorias se monitorearan con tobilleras o pulseras con GPS. 

Reabren la discusión por las salidas transitorias y la libertad condicional

De todas formas, otro factor que altera el panorama de "salidas si, salidas no" es la modificación que hizo el Gobierno y que deja afuera de esta concesiones a los condenados por homicidios agravados (como los femicidios), los delitos contra la integridad sexual (abusos, explotación), torturas seguida de muerte, tenencia (aunque sea para consumo personal), cultivo y comercialización de drogas, entre otros.

Lo difícil de establecer es si efectivamente se puede reinsertar una persona que atraviesa una condena en condiciones de hacinamiento y con muchas dificultades de acceder a trabajo y educación dentro del penal. ¿Qué opciones le da el sistema y el Estado al preso que sale? La respuesta no los sorprenderá.