En una ceremonia que contó con la presencia del presidente Javier Milei, María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como "Mama Antula", fue canonizada este domingo por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro y se convirtió así en la primera Santa argentina. Pero, ¿quién es exactamente esta mujer protagonista de una historia de coraje, peregrinación, espiritualidad y fe?

En octubre pasado, el Papa autorizó la publicación de un milagro por la sanación de Claudio Perusini, quien se recuperó de un "ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico" gracias a la intercesión de la laica consagrada. La recuperación de Perusini, quien había sido alumno de Jorge Bergoglio y este domingo estuvo presente en la Basílica, no tuvo explicación médica, según la junta de profesionales del Vaticano, por lo que se reconoció el milagro de Mama Antula.

La mujer ya había sido declarada beata en 2016, con una ceremonia en Santiago del Estero, luego de que se aprobara otro milagro, relacionado con la curación de una religiosa de las Hijas del Divino Salvador, la hermana Rosa Vanina, quien habría recuperado la salud en 1904 por intercesión de la fundadora y madre espiritual de esta congregación, tras padecer una colecistitis aguda, con todos los síntomas del shock séptico, que en aquella época, sin antibióticos, era mortal

Se trata del primer proceso iniciado en el país para canonizar a una mujer que prosperó hasta esta instancia en el Vaticano.

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Actual patrona de las empresarias argentinas, nació en 1730 en Santiago del Estero, que por entonces formaba parte del Virreinato del Perú. A los 15 años se unió a los jesuitas como Beata de la Compañía de Jesús en la tarea de evangelización de los pueblos originarios santiagueños, enseñándoles la Palabra de Dios, a leer y a escribir, y a perfeccionar técnicas de ganadería y agricultura.

El hecho de haber aprendido la lengua nativa, el quechua, llevó a que los indígenas se sintieran especialmente conectados con ella, bautizándola con el nombre que la popularizó.

Sin embargo, su vida iba a cambiar cuando el rey Carlos III, miembro de la familia Borbón, que en ese entonces portaba la corona de España, tomó la decisión en 1767 de expulsar la misión jesuita de su reino por la doctrina que enseñaban, según la cual la autoridad es concedida por Dios al pueblo, siendo éste quien la cede condicionalmente a un soberano. Esta visión era contraria a los intereses de los monarcas, que sostenían que su poder venía directamente de la divinidad, y fue la que -años más tarde- inspiró a los hombres de 1810 en las luchas por la independencia.

Luego de que la corona española tomara la decisión contra los jesuitas, en una experiencia de epifanía en la celda capilla de San Francisco Solano y a los 38 años, Mama Antula recibió la misión de su vida: continuar con las prácticas que esta comunidad religiosa realizaba para la salvación de las almas.

Fue entonces que desafió las convenciones de su tiempo y peregrinó por el actual territorio del Noroeste Argentino (NOA), consiguiendo que los obispos locales autorizaran su tarea a pesar de estar prohibida

Finalmente, llegó a Buenos Aires luego de caminar más de 5 mil kilómetros y allí realizó su obra cúlmine: la construcción de la Santa Casa, un lugar levantado enteramente con donaciones, donde exclusivamente se realizaban los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. El emblemático sitio, que hasta el día de hoy sigue funcionando, fue inaugurado en 1795 y ahí mismo es donde murió "Mama Antula" en 1799.