Dolor de cabeza, náuseas, vómitos, desmayos e incluso la muerte, son las consecuencias directas de una intoxicación por monóxido de carbono. La sustancia tóxica, ingresa al cuerpo a través de la respiración y es altamente peligroso porque no es detectable a través de los sentidos.

Carece de olor, sabor y color, no irrita los ojos ni la nariz y puede ser fatal. Para evitar riesgos, es indispensable la correcta instalación de los artefactos de calefacción por un gasista matriculado y mantener bien ventilados los ambientes.

¿Cómo prevenir?

Aún durante la fría noche, hay que siempre mantener una abertura que permita el libre ingreso de aire fresco y limpio del exterior. El oxígeno evita la producción de monóxido y permite la salida de los gases tóxicos al exterior.

Es ideal para permitir el recambio de aire interior y disminuir las concentraciones de gases producidos por el funcionamiento de la calefacción.

Periódicamente, hay que observar que las llamas sean de color azul y que las chimeneas estén conectadas al exterior y libres de obstáculos. Controlar los conductos y verificar que no estén deteriorados o que tengan pérdidas. Es imprescindible que la tarea la realice un gasista matriculado al revisar el buen funcionamiento de todos los artefactos a gas de la casa, así como sus conexiones y ventilación.

El horno y las hornallas de la cocina no están diseñados para calefaccionar el hogar. Debe evitarse su uso prolongado si no es para cocinar.

No deben instalarse en el interior de baños o ambientes mal ventilados.

Todos los artefactos de combustión a llama abierta (estufas) deben ser apagados antes de ir a dormir.

Encenderlos y apagarlos siempre en el exterior de la casa. Nunca dejarlos encendidos a la hora de dormir.

Realizar controles frecuentes de las ventilaciones.