Mil abusos y una sotana: las aberrantes palabras que un sacerdote pedófilo le decía a sus víctimas
Gerald Francis Ridsdale es considerado el máximo pedófilo de su país. Qué les susurraba a sus víctimas para justificar sus violaciones.
En cierta ocasión -según contó el fical Jeremy McWilliams ante la Corte del Victorian County– el sacerdote estaba en la vivienda de una familia a la que asistía espiritualmente. Era de noche y estaba junto al jefe de hogar. Este despertó a su pequeña hija, quien dormía tranquila en su habitación. En el pasillo, esperaba Ridsdale. Juntos la llevaron a la iglesia, su padre la desnudó y la depositó en el altar, donde fue sometida sexualmente por el cura. Era 1974 y la víctima tenía apenas 10 años.
"El padre la llevó al confesionaria, donde la desvistió. Después la condujo hasta el altar, donde la recostó", explicó McWilliams al jurado. Ridsdale le susurró a la niña unas palabras que retumbarían a lo largo de su vida: "Jesús murió por nuestros pecados, entonces podemos ser perdonados y si confieso este pecado, podré ser perdonado". Entonces abusó de ella.
A un niño que también violó en el altar de su iglesia en Victoria también le indicó que lo hacía bajo la gracia divina. "Es parte del trabajo de Dios", le dijo mientras lo sometía sexualmente. Pero además lo amenazó: "Le dijo que si alguna vez le contaba a alguien, Dios castigaría a su familia", relató McWilliams.