Juicio por jurados: el caso del médico que mató a un ladrón y el peligro de la justicia por mano propia
Si el médico Lino Villar Cataldo hubiese sido juzgado por un tribunal, ¿lo hubieran condenado? ¿Podemos reducir su absolución únicamente a la intervención de un jurado? Afirmar que sí es difícil, más si se tiene en cuenta que en casi el 70% de los juicios donde intervino un jurado hubo una condena.
En el caso Villar Cataldo, el jurado que intervino decidió declararlo "No culpable". Creyeron en la versión que el médico dio sobre los hechos y que no tuvo otra opción que dispararle a Ricardo "Nunu" Krabler, cuando el joven de 24 años lo atacó para robarle el auto.
La fiscalía había considerado que hubo un exceso en su defensa, lo que prevé una pena de entre un año y cinco de prisión. La familia del ladrón, en cambio, aseguró que se trató de un homicidio simple.
El jurado escuchó a los testigos, a la perito que contradijo la versión que dio el médico sobre como sucedieron los hechos y a los vecinos. ¿Tiene una sentencia que basarse pura y exclusivamente en la cuestión técnica o es el derecho una ciencia social que permite ciertos debates?
El juicio por jurados está en la Constitución desde 1853, pero comenzó a implementarse recién hace algunos años en la provincia de Buenos Aires, durante la gestión de Daniel Scioli.
La preparación para ser jurado es nula, llegan al momento definitivo en que deciden sobre la vida de una persona solo con su experiencia de vida y con lo que escuchen el debate. Es una forma de acercar al pueblo al más restringido de los poderes. Pero un gran poder conlleva también una gran responsabilidad.
Cuando desde los sectores progresistas se critica el oscurantismo judicial, la crítica principal se centra en la poca consideración que los jueces y las juezas tienen de lo que sucede alrededor. Los jurados no pueden ser tildados de eso pero sí de una especie de exceso de sentido común, si algo así fuera posible. Como sociedad, ¿qué preparación tenemos para debatir sobre nuestra participación?
Por otro lado, el mensaje que se trasmite a la sociedad con una absolución en un caso en el que se debate la legítima defensa en un robo es casi un llamado a la justicia por mano propia. La clave en esa comunicación sería establecer que se trata de este caso y no en todos.
El debate sobre la legítima defensa y los robos se da también en el mundo judicial, con resultados dispares. Los y las juezas que intervienen en los casos en la Ciudad de Buenos Aires también han tenido fallos en diferentes sentidos.
El año pasado, por dar un ejemplo, un tribunal oral porteño absolvió a un hombre que mató a otro que intentó robarle cuando estaba por entrar a su casa. En otro piso, sus colegas condenaron a un policía que le disparó “por las dudas” a un chico del cual sospechaba que podía haber cometido un delito.
Villar Cataldo salió hoy libre de culpa y cargo. El jurado cumplió con su deber. La familia de Krabler no tendrá posibilidad de revisar la absolución ya que no existe esa posibilidad. Ya que el Poder Judicial tiene, supuestamente, un tasa alta de descreimiento dentro de la sociedad, ¿creemos y confiamos en nosotros mismos como jurado?