Un joven parte a la Costa Atlántica un día después del decreto de la cuarentena obligatoria con tablas de surf en el techo de una camioneta, un personal trainer golpea a un empleado de seguridad para romper el aislamiento y un chico va a una fiesta de 15, en Moreno, luego de regresar de Estados Unidos con síntomas del coronavirus.

Con algunos matices, esos casos presentan dos marcadas similitudes: no cumplen con el aislamiento social -al principio, sugerido y luego por decreto- y los tenemos tan presentes que sólo se necesitan dos líneas para saber de qué y quiénes se está hablando.

Pero no son los únicos. Desde que el Gobierno dispuso la cuarentena, cientos de personas registraron actitudes sospechosas de sus propios vecinos. Luego, reaccionaron por vía legal (con la denuncia telefónica) o bien, grabando un video y subiendo a las redes sociales.

FOTO NA: MARCELO CAPECE

La estadística, por caso, asombra: desde el 19 de marzo sólo en la Ciudad de Buenos Aires, según datos del Ministerio de Seguridad porteño entregados a El Canciller, se realizaron 11.586 llamados al 147 para denunciar que no se cumplía con el principal objetivo sanitario: quedarse en casa. En el Ministerio Público Fiscal de CABA alertan que hubo dos ilícitos al decreto 297/20. Estos son los delitos correspondientes al artículo 205, vinculado a la violación de medidas contra epidemias y la resistencia a la autoridad.

Sin embargo, los números que manejan en las Fiscalías porteñas es otro. Es que las denuncias que ingresaron al sistema del Ministerio Público Fiscal fueron 1.894, con una baja notable durante los últimos días. En otras palabras, de los más de 11.000 llamados a las  2.000 causas penales hubo un largo trecho.

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¿Cuidado o neurosis?

La referente del Centro de Estudios de Política Criminal (CEPoC), Claudia Cesaroni, comprende "la situación de excepción que vive Argentina", ante la disposición de medidas restrictivas dispuestas por el Gobierno. "Pero también hay un animus vigilante que se le despertó a una cantidad de vecinos sin saber por qué uno anda por la calle".

De lo expuesto por Cesaroni, los ejemplos sobran. Es que con la emergencia sanitaria, la población tomó recaudos para evitar el contagio. Pero, como suele suceder, algunos llegaron a casos extremos: mensajes a vecinos "alertando" la vigilancia para no romper la cuarentena, personas con el pasaje de avión en mano para responder ante la inquisición de encargados sobre los plazos de la cuarentena y carteles en edificios con amenazas a personal de la salud.

El mensaje en un edificio de Belgrano.

"Todo esto no es nuevo, sino que viene de algo previo, por fuera de la pandemia. Hay una idea que el señalamiento y el castigo es una de las obligaciones como ciudadano de a pie", comentó a este medio Cesaroni. La profesora de la Universidad de Quilmes agrega que "alimentado, en gran medida, por medios de comunicación, esta lógica da cuenta que, en el fondo, aquel que ve en el otro un peligro, lo tiene que señalar, en vez de ver la manera de cambiar la situación de manera colaborativa".

"Escrache virtual"

Las redes sociales son la otra herramienta para señalar los potenciales casos de violación a la cuarentena. Runners en los lagos de Palermo, parejas paseando, y hasta asados multitudinarios que fueron filmados por otros vecinos.

Estos "escraches" -denominación que nace en los 90', al calor de la libertad de los militares por el indulto presidencial- son subidos a la red -ya sea Facebook, Twitter, Instagram o YouTube- y rápidamente viralizados. Varios de ellos, también, se replican en los noticieros.

Una de las preguntas que surge, en estos casos, es saber si es legal (o no) filmar a otra persona y subir su imagen, por ejemplo, a Facebook. "En un espacio público cualquier persona tiene derecho a filmar y grabar lo que quiera. Cualquiera puede ser fotografiado dentro de un contexto, pero cuando esa imagen se personaliza en un individuo o sujeto, puede traer daños colaterales", explica el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez.

FOTO NA: DANIEL VIDES

El letrado agregó, al diario Clarín,  quien graba o fotografía "para denunciar como en este caso un acto de irresponsabilidad o la violación de la cuarentena, tiene que saber que asumirá responsabilidades ulteriores. Que la supuesta víctima del escrache crea que su imagen está siendo injuriada, por lo que puede denunciar por daños y perjuicios".

Cesaroni, en cambio, profundiza sobre la viralización y una ilusión de justicia por mano propia. "Hay una parte de la sociedad que quiere ocupar un rol central en la Justicia", explicó la integrante de Red Argentina No Baja y agregó que "no es algo novedoso este comportamiento: aquel que ve al otro como peligroso, lo marca, lo acusa y lo condena. Y esto se puede dar de forma virtual o, en otros casos, en el mal llamado linchamiento".

"Lo interesante también es que en algunos casos, el argumentar la 'justicia por mano propia' presume, en realidad, el ocultamiento de un delito, como puede ser una denuncia falsa o en los linchamientos, un homicidio", completó.