"Abuso sexual y promoción y facilitación de la prostitución": así se titula el caso que paralizó al fútbol argentino esta mañana. Independiente denunció que algunos juveniles del club fueron obligados a prostituirse en departamentos privados de Capital Federal. El llanto de uno de ellos al psicólogo, Ariel Ruiz, destapó la olla. Según adelantaron fuentes judiciales a El Canciller, el tema no termina en el Rojo, sino que involucraría a más clubes.

El sueño de jugar en Primera, de que una tribuna coree su apellido, de salvar a sus familias, de llevarse las miradas de los diarios del país, o de, simplemente, tener un futuro mejor. Con alguna que otra muda de ropa y todas estas expectativas en la mochila, llegan los pibes de catorce o quince años a las pensiones.

La violencia machista atraviesa al fútbol desde los cantitos misóginos de la hinchada hasta las redes de prostitución que involucran a jugadores juveniles. Junto a la promesa de ganar todo, la "función social" del club es el mejor speech de campaña de los dirigentes, que muere en el slogan. No se trata solo de un equipo de fútbol que abre sus puertas los domingos para jugar la Superliga, se trata de una institución en la que conviven distintos deportes y actividades, donde los pibes que viven en la pensión se cruzan con los nenes que hacen natación y los viejos que organizan campeonatos de ajedrez.

En muchos casos, las pensiones no están dentro del club, son tercerizadas y se designa a un responsable, que debe estar atento a si los pensionados comen o no comen, si salen o no salen. ¿El problema? No son especialistas.

En el caso de Independiente, la pensión está dentro del predio de juveniles, a la que, cercanos al club, definen como "una muy linda pensión en el medio de la nada”. La parte de atrás desemboca en la Autopista Buenos Aires La Plata y, su ingreso, mira al acceso sudeste. Por las noches queda solo la seguridad del predio, aunque no sería descabellado pensar que entren y salgan chicos.

En la mayoría de los casos, los chicos llegan del interior a las pensiones de Buenos Aires con poca o nula escolaridad. Los clubes, aun los más grandes del país no están a la altura: no acompañan a los chicos en el proceso formativo como merece un adolescente que está lejos de su familia.

Si esto pasa en los clubes grandes, donde por lo menos se incorporaron psicólogos en los últimos años, ¿qué pasa en los clubes chicos? Si hay redes de prostitución que tienen como víctima a los pibes del club Rey de Copas, ¿qué pasa en los clubes donde no hay recursos económicos?

En este nuevo escándalo que envuelve el fútbol está la respuesta sobre por qué no da lo mismo que Angelici mire para el costado cuando sus jugadores son denunciados por violencia de género, ni que Racing no se responsabilice de la situación que vive Centurión: el ejemplo se da de arriba para abajo y nunca al revés.

Es importante formar -y acompañar- a los juveniles para prevenir y también para curar. Independiente llegó tarde con el caso de violación que tuvo como culpable al ex jugador Alexis Zárate, y ahora llegó tarde al calvario que vivieron los chicos que fueron explotados sexualmente. Es hora de que los clubes empiecen a llegar a tiempo.