Ilha Grande y Mina Gerais: mueren dos de los seis argentinos contagiados por fiebre amarilla
Alfredo Pachano, oriundo de Cipolletti, Río Negro, había viajado junto a su pareja en 1ro de marzo. Estuvo cuatro días en Río de Janeiro y visitó el nordeste del país, volviendo el 14 a Neuquén de la zona altamente endémica. Los síntomas no tardaron en aparecer, pero los primeros análisis realizados ya en tierra argentina no detectaron la enfermedad.
Cuatro días después, el cuadro se agravó severamente."Empezó a descompensarse, ya tenía diarrea, vómitos y dolor abdominal que son las características de la fiebre amarilla y un nuevo laboratorio le detectó anormalidades por lo que quedó en observación y se le extrajo sangre para analizar el lunes”, le contó la médica al diario Río Negro.
El 21 de marzo, Pachano falleció por una descompensación general a causa del cuadro avanzado. No había sido vacunado contra la fiebre amarilla porque en el vacunatorio local le dijeron que por su edad no era necesario e incluso había contraindicaciones.
Lo mismo le sucedió a Juan Domingo Lavioli. Jubilado y con 69 años, el abuelo de Lanús decidió llevar a su nieto de 14 a Río de Janeiro a fines de febrero. A los pocos días de su vuelta, comenzó con fiebre, se automedicó y luego pidió un médico a domicilio.
A las pocas horas, Levoli quedó internado en el Sanatorio Finocchieto con diagnóstico de "síndrome febril agudo inespecífico” y presentó complicaciones hepáticas. Recién en terapia intensiva pudieron detectar que se había contagiado fiebre amarilla. Pese al tratamiento específico, falleció a los pocos días.
Ambas víctimas habían visitado Ilha Grande, una de las islas más turísticas de Angra Dos Reis, a pocos kilómetros de Río de Janeiro. Entre los contagiados, una sola persona no visitó esa zona y contrajo la fiebre amarilla en Minas Gerais.
A partir de lo sucedido, la OMS recomienda a los mayores de 60 años no viajar a Brasil hasta que se termine la epidemia de fiebre amarilla.