Degeneración en la poolpa macrista
Al final dije que es bastante genial vivir con el trip de la Patria. De los discursos en los asados hay que salir por arriba. A las dos de la tarde salí con Rodri y Manu para la Poolpa de trabajo del equipo del Economista del rostro perfecto. Se creyeron vivos por irse antes en masa un viernes para comer un asado y decirse que se quieren.
Rodri y Manu son campeones del interior de la provincia de Buenos Aires asombrados por la ciudad. Yo me ocupé de no dejar de ser eso desde los 18 años. El asombro eufórico de Buenos Aires cómo una ola. Les llaman la atención los árboles de Figueroa Alcorta. Rodri consiguió dos plantines de Jacarandá y va a plantar uno en la plaza de su pueblo. Manu se va de vacaciones a pescar en una bahía donde termina la provincia. Habría que hacer tours de dos días a pescar embarcados corvinas y gatuzos. Cortarla con ir al psicoanalista a la calle Güemes a hacer buceo de profundidad en el trauma.
Agarramos dos veces mal la Panamericana. A mí me parecía que por ahí no era, pero como no manejo no tenía manera de saber. Los muchachos escuchan la Mega Puro Rock Nacional. La publicidad es de AM y se escucha con la crispación de lo distorsionado. Se autopromociona una banda que se llama Pier que en el medio de la canción avisa que esta noche toca Pier.
Fuimos a la casa de Cuenquish que espera mellizos militados duro, yéndose siempre muy tarde del trabajo. La Cámpora de Cambiemos son los pibes y pibas que empujan la gestión, la máquina oxidada del Estado, las doscientas mil regulaciones. El Kung-Fu del peronismo es apropiarse del Estado, el de Cambiemos es moverlo.
Hay un baby boom entre funcionarios públicos. Es gente que se embaraza de sexo de sábado a la mañana, somnoliento, pregnante.
Es linda la sensación de meterse a una pileta. Cuando me metía con el sol en la cara pensé que tengo a menos la parte de pasarla bien.
Después tomé un gin tonic. Tenía la velocidad perfecta para atravesar una fiesta, que se alcanza poniéndole la cantidad justa de gin tonic, tirando a poco. El gin tonic de los bares de varones es un calmante, no un trago.
El Economista del rostro perfecto era un gil cuando empezó la gestión, ahora tiene una banda de treinta que lo admiran y le dicen que es un gil, que lo burlan porque se cree un cacique por hacer el asado para todos y en realidad es el gil que toma calor de la noche y del fuego en la parrilla. Vamos a comer carne con carne. Hay gestos tribales peores, como tirarle engrudo y huevo en la cabeza a la gente en las recibidas.
En la pileta, la Turca se hace empujar en un inflable. Bailó para Tinelli, está en una mafia con otra que es medio pérfida y Cuenquish. Antes le hacían bullying a las abogadas que llegaron después al Estado, pero ahora se quieren arqueándose las cejas cada tanto.
Consuelo, la mejor enemiga del Economista, le dice que diga unas palabras. Me delega la tarea como líder espiritual del grupo. Me da vergüenza pertenecer a algo. Digo que este es el año para volverse ninja posta, que este Gobierno tiene una causa y es la de enderezar el país hacia un lugar con reglas lógicas. Hago la de Caruso: digo "la Argentina" porque con el artículo tiene el fervor frío de lo moderno que soñaron los unitarios y al final siempre se terminaron haciendo la paja paragüita.
La poolpa laboral termina temprano y sin nadie borracho. Todo el mundo vuelve casita y a la cama. Son como un grupo de conservadores por la vía de levantarse temprano, no por tener una visión de vida astringente, botona y opa. Le digo a Deane que lo quiero y a Ferrez gracias por los tragos.
Volvemos a la Pana y tengo la conciencia alertargada de que vamos a perdernos un par de veces. Miro los puentes de concreto color hotel Arenas de Pinamar como si no los hubiera visto antes. La Lugones siempre parece el momento hardcore de una película que pasan por I-Sat.