El mundo de las consolas hogareñas está atravesando un momento de transición. Está en una especie de pubertad, de adolescencia alocada con un poco de acné y con algo de timidez para encarar en un boliche. No sabe si adoptar el mismo modelo que la industria de los celulares y lanzar actualizaciones anuales; o si parecerse más a una PC de escritorio donde podemos customizar a nuestro gusto e ir mejorando parte por parte.

En ese contexto tanto Sony como Microsoft se la juegan por versiones mejoradas de sus actuales consolas con la ilusión de alcanzar lo que hace poco parecía muy lejano: gaming en 4k. Esta mayor resolución, que lejos está de ser el standard a la hora de jugar en PC por ejemplo, viene más empujada por la intención de revitalizar el negocio de la venta de televisores que de una necesidad de avance lógico a nivel gráfico.

Muchos sentimos que no es un salto tan necesario o fundamental como fue pasar al HD, pero aquí estamos con una PS4 Pro que salió al mercado en Noviembre del año pasado y con una Xbox One X que recién da sus primeros pasos y que es la gran apuesta de Microsoft. La primera ha quedado ya más instalada como una opción premium de Sony para su línea de consolas pero no como su caballito de batalla. Está ahí, disponible, a un precio no muy elevado ($400 dólares en EEUU) para quien tenga una televisión 4k y quiera aprovechar sus bondades, por más que muy poco juegos corran de manera nativa a esa resolución.

En cambio, la Xbox One X es la gran jugada de la compañía de Bill Gates en esta guerra fría de consolas y salió a un precio de $500 dólares. Es tanto un manotazo de ahogado, como un as bajo la manga que vuelve a poner a la compañía en un terreno más competitivo.

La consola 4k de Bill Gates

Podría aburrirlos con especificaciones técnicas pero prefiero no hacerlo. La Xbox One X es una bestia que se promociona así misma como "la consola más potente jamás creada”... y es verdad. En todos sus aspectos técnicos es superior a su competencia directa y una mejora muy notable con respecto a la Xbox One S, la consola ahora base y más económica de Microsoft. Todo en la X es más rápido y responde considerablemente mejor.

En ese sentido, el sistema operativo es extremadamente fluido y veloz (algo con lo que todas las consolas han luchado), los tiempos de carga se ven reducidos (en algunos casos la diferencia es abismal, en otros no tanto) y la experiencia de usuario general recibe una actualización sustancial.

Jugabilidad

Pero lo más importante es qué sucede cuando tenemos un control en nuestras manos, nos sentamos en nuestro sillón y comenzamos a jugar. Ahí entendemos que la mejora de rendimiento, de calidad de imagen, de texturas, de efectos, de iluminación, de detalle a distancia, es mucho más notoria de lo que uno suponía. Hasta que no lo ves con tus propios ojos, hasta que no comparás una experiencia al lado de la otra con un televisor 4K, no vas a poder entender lo mucho que cambia la experiencia.

Para este artículo probé un título reciente y multiplataforma como Assassin’s Creed Origins; el juego estandarte de la consola como Forza 7; un título exclusivo de hace unos años de Xbox One pero que recibió una actualización para la X como Halo 5; y un juego de Xbox 360 como Red Dead Redemption para ver cómo funciona la retrocompatibilidad. Es decir, que tenemos todo el abanico de posibilidades para ver qué beneficios ofrece en cada situación.

Assassin's Creed Origins

En el caso de Assassin’s Creed Origins lo primero que nos sorprende es lo nítido que se ve todo. Incluso montañas que se encuentran a kilómetros de distancia tienen un nivel de detalle y de definición muy superior a lo que se puede ver en una Xbox One S. Las texturas de nuestro protagonista, Bayek, brillan y podemos ver detalles en su cara que antes ni podíamos identificar. Todo esto corriendo a una resolución de 4k y a 30 cuadros por segundo muy estables.

Forza 7

Pero es Forza 7 el abanderado de la Xbox One X. Este simulador de carreras es uno de los más importantes del mercado y para cualquier fanático del género una razón más que valedera para comprarse la consola. Es de esos títulos que le mostramos a gente que no sabe muy bien lo que es un videojuego o que no juega hace mucho y le decimos "mirá, así se ven los ‘jueguitos’ hoy por hoy”. Forza 7 corre a 4k nativos y a 60fps clavados. Es una maravilla tecnológica y ciertos detalles nos van a enamorar (como los guantes del conductor o el reflejo del volante en el parabrisas). Técnicamente es impresionante y la demostración más auténtica del poder de la Xbox One X.

Halo 5

Halo 5 es uno de esos juegos que recibieron una actualización y luego de haberlo jugado a una resolución que ni llegaba a 1080 en Xbox One, es genial verlo correr en 4k y 60fps con un nivel de detalle en los enemigos, en las armas y en el escenario que es descomunal. Se siente prácticamente como un juego que salió este año y lo revitaliza por completo.

Red Dead Redemption

Por último está el caso de Red Dead Redemption que salió originalmente en Xbox 360 y que está disponible gracias a la retrocompatibilidad de la consola. No sé qué tipo de magia negra desarrollaron en Microsoft, pero es increíble ver cómo un título multiplataforma y que no recibió un trato exclusivo o específico para correr en Xbox One X, se termina viendo a 4k. Se siente como una versión remasterizada del juego, con más nitidez que nunca.

El Red Dead Redemption no es el único caso de juegos retrocompatibles que reciben una mejoría notable. La mayoría de estos títulos se ven beneficiados por la Xbox One X y es un aspecto que Microsoft debería promocionar todavía más porque realmente es una característica que no tiene ninguna otra plataforma en el mercado.

Si hace unas semanas me preguntaban si valía la pena o no la Xbox One X, probablemente les hubiera dicho que no. Pero luego de tenerla en mis manos y ver con mis propios ojos lo que puede hacer, creo que mi opinión empieza a cambiar. Detalles como el tamaño bastante pequeño que tiene y lo silenciosa que es, la hacen parecer un producto muy atractivo.

Más allá de eso, es una consola que cumple con lo que promete: gaming en 4k; y lo brinda y a un precio mucho menor que lo que costaría lograr ese mismo objetivo en una PC, donde poder jugar a 4k no es nada barato ni sencillo. Por supuesto que para sacarle el jugo necesitás un televisor que te pueda brindar esa resolución (y también HDR si es posible). De lo contrario no creo que haya que hacer la inversión. No sentí una mejora importante al correr juegos en 1080p y creo que es un aspecto que debe mejorar y dejar más claro esta consola.

La competencia

Sin embargo la pregunta más importante que tenés que hacerte a la hora de ver si te comprás o no una Xbox One X tiene que ver con software y no con hardware; y aquí está el talón de aquiles de Microsoft. Lamentablemente para ellos, varios de los juegos más esperados del año que viene y del siguiente son exclusivos de Sony (God Of War, Spiderman, The Last Of Us Parte 2, Ghost Of Tsushima, Days Gone, Detroit, entre otros).

Además la Nintendo Switch viene ofreciendo una experiencia de juego única con tremendos títulos que sólo podemos jugar ahí como Super Mario Odyssey o The Legend Of Zelda Breath Of The Wild. Lo que ofrece Microsoft a nivel software no está cerca de ser tan atractivo como lo que pone en la mesa su competencia.

Para colmo, todos los juegos que sólo podemos disfrutar en Xbox, también están disponibles en Windows 10 gracias a su programa Play Anywhere (donde compramos una versión del juego y lo tenemos disponible en ambas plataformas). Esto es algo genial para el usuario, pero ambiguo para la compañía, ya que si tenemos una PC decente, no vamos a sentir tanta de necesidad de hacer al cambio.

Más allá de esto, la Xbox One X es la mejor opción si uno quiere una consola que ofrezca gaming en 4k al 100 por ciento. Es un producto premium y brinda una experiencia a esa altura. El mercado de las consolas hogareñas está cambiando, evolucionando y los usuarios tienen cada vez más opciones. Ahora, la decisión es tuya.