Con resignación, en la Casa Rosada empiezan a pensar en la idea de que en Córdoba Cambiemos finalmente se someterá a una interna. A pesar del apoyo manifiesto de la plana mayor del Ejecutivo a Mario Negri, el intendente capitalino Ramón Mestre resiste la presión y se mantiene firme en su intención de competir el 17 de marzo por la candidatura a gobernador.

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A pesar del éxito en la Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad, que podría extenderse a Jujuy y -con más dificultad- a Mendoza, en el caso de Córdoba el trío Macri-Peña-Durán Barba empieza a pensar en el plan B: reducir los costos e intentar evitar que la interna dañe al presidente y complique sus planes de reelección.

Lo que buscan evitar, en primer término, es que el enfrentamiento verbal pierda el tono diplomático. En las últimas horas, Mestre acusó a Negri de vivir "colgado de cargos públicos" desde el 83. También, cada vez que puede, lo acusa de ser "viejo" y sostiene que la UCR cordobesa necesita una cara nueva. El mandatario capitalino busca copiar un estilo "renovador" similar al de Martín Lousteau, con el que tiene una muy buena relación.

Negri, en cambio, decansa en el calor del apoyo de Macri y los principales dirigentes nacionales de Cambiemos (Elisa Carrió, por ejemplo, lo considera su "único jefe"). El presidente, además, le "cedió" a su preferido, Héctor Baldassi, para que lo acompañe en una eventual fórmula. También lo apoya Luis Juez, que competirá en la capital para suceder a Mestre.

La propuesta que bajó de la Rosada tuvo el sello de Peña y Durán Barba: definirlo según las encuestas. Si el diputado superaba al intendente por un número considerable, no tendría sentido disputar una interna que solo serviría para "dañar" a Cambiemos, con el costo extra de perjudicar a Macri. La idea convenció a Negri pero no a Mestre, que considera que están "operadas" por el jefe de Gabinete. Así las cosas, la interna del 17 de marzo no es obligatoria, pero parece inevitable.