Recluída en su casa en la localidad bonaerense de Exaltación de la Cruz, Elisa Carrió volvió a escena hoy con un intento de "medir" al presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, pero falló: el máximo tribunal rechazó, en forma unánime, el pedido de la diputada para que desplace al administrador general del cuerpo, Héctor Marchi, por presuntos hechos de corrupción.

A través de una carta que presentó formalmente en la Corte y dio a conocer en sus redes sociales, Carrió informó a Rosenkrantz sobre la investigación que inició contra Marchi, encargado de la "caja" del poder Judicial, al que acusa de ser parte de "un entramado de personas físicas y jurídicas que podrían formar parte de maniobras de lavado de activos provenientes de hechos de corrupción".

El administrador general, mano derecha de Ricardo Lorenzetti, había sobrevivido al cambio de mando y, según Carrió, su permanencia era parte de un "acuerdo" entre el expresidente del cuerpo y su actual titular. Incluso, en su misiva llegó a afirmar que, de no concretarse su desplazamiento, Rosenkrantz sería "cómplice" de los eventuales delitos que pueda cometer Marchi.

A pesar de la presión de Carrió, y en una resolución unánime, los cinco miembros de la Corte argumentaron que el pedido "no constituye acción o recurso alguno que, con arreglo a los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional, habilite la competencia de la Corte".

A pesar de este revés, desde la Coalición Cívica aseguran que, si bien sabían que esto podía ocurrir, el fin ulterior de esta acción era "incomodar” a Lorenzetti y su gente y poner en agenda el tema.