Macri, Fernández y el derrumbe de YPF que no se puede contar
La suerte, el destino o la estrategia de campaña quiso que fuera en Madrid. La caída histórica de la petrolera de mayoría estatal encontró a Alberto Fernández en su viaje a España, la madre patria que se apropió de los activos de YPF durante 13 largos años a través de una empresa, Repsol, inventada para la ocasión. El candidato opositor puso la mira en una compañía que exhibe a la Argentina pendular como ninguna otra. Mientras durante el kirchnerismo sus números y accionistas eran observados con lupa, durante el macrismo su deriva es ignorada con un blindaje asombroso.
Con Fernández en España, la acción de YPF se hundió en torno a los 8 dólares, el valor más bajo del último cuarto de siglo. Que haya desbarrancado con Mauricio Macri en un pozo más profundo que con el estallido de 2001, la gestión de Julio De Vido y la reestatización de 2012 no es casualidad. Antes de las PASO y el derrumbe en los mercados, la petrolera que conduce Miguel Gutiérrez ya valía la mitad que en diciembre de 2015 -cuando su acción cotizaba a 30 dólares- y vale ahora menos de la tercera parte. Los números son públicos y apabullan pero, con una disciplina envidiable, no se difunden.
Auspiciante generosa, colmada de gerentes de marketing, la empresa se presenta en su último comercial como "más ágil e innovadora”. La realidad, sin embargo, no puede ser más distinta. Según el balance del segundo trimestre que YPF presentó en la Comisión Nacional de Valores a principios de agosto, la petrolera estatal perdió $2300 millones en ese período y acumula pérdidas por 10.480 millones en lo que va del año. No fue una excepción.
Según el balance del segundo trimestre que YPF presentó en la Comisión Nacional de Valores a principios de agosto, la petrolera estatal perdió $2300 millones en ese período y acumula pérdidas por 10.480 millones en lo que va del año.
Durante los primeros tres años de Cambiemos en el gobierno, todos los indicadores fueron negativos. De acuerdo a los informes trimestrales que YPF reporta en forma oficial, el horizonte de reservas descendió un 12%, las inversiones un 18,1%, la producción de gas un 5%, la producción upstream un 8% y las ventas un 2,9%.
Hasta en Vaca Muerta la empresa perdió terreno con el Grupo Techint, que monopolizó el festival de subsidios de la era Aranguren. Es parte de una curva descendente que aparece como reverso de los últimos tres años del cristinismo en el poder -con Miguel Galuccio como CEO de YPF- y se parece más al ciclo de la argentinización trucha que el kirchnerismo le encargó a la familia del banquero Eskenazi entre 2008 y 2011.
Defensor tardío del shale gas, Macri apostó de entrada a las energías renovables y hasta llegó a enviar a un empresario de su confianza para que se interiorice en los números de la compañía. Después, llegó el turno de Gutiérrez, un trader del que curiosamente no se publican investigaciones. Como tantos durante la gestión Cambiemos, el actual presidente de YPF es un financista sin antecedentes en el sector petrolero ni experiencia política, que fue socio fundador del fondo de inversión Rohatyn Group. En el gobierno, admiten que llegó a la cima gracias a los oficios de Luis "Toto” Caputo y de su primo Nicky, el "hermano” del alma de Macri.
En el gobierno, admiten que Miguel Gutiérrez llegó a la cima gracias a los oficios de Luis "Toto” Caputo y de su primo Nicky, el "hermano” del alma de Macri.
En una mención que parece apuntar al tiempo de Repsol y Eskenazi, Fernández afirmó en España que no tiene sentido tener petróleo si las multinacionales se lo llevan. Defensora de la era Galuccio, en un juego invertido de roles, su compañera de fórmula se vistió una vez más de moderación para aclarar, ayer en Posadas, que no hay que "asustar” y "mentir”, porque fue durante su gestión que vinieron los gigantes como Chevron.
Si los resultados de agosto se repiten en octubre, los Fernández tendrán que decidir también qué hacer con la compañía que fue hasta hace poco la más importante del país y hoy aparece relegada detrás de otras como Mercado Libre.
En Casa Rosada, sostienen desde hace tiempo que el proyecto del peronismo es entregarle la petrolera estatal al ignífugo José Luis Manzano, dueño de Andes Energía. Es tanta la relevancia que le otorgan al exministro de Carlos Menem y alma mater del Grupo América, que hasta sugieren que ese interés figura en la letra chica del acuerdo tardío de Fernández con Sergio Massa. Temprano asistente a las charlas de Axel Kicillof, velocista todoterreno, Manzano acaba de decir en Canadá que el profesor de Derecho Penal de la UBA es un moderado que le devuelve el optimismo.
La buena relación que conserva con aquella diputada de su bloque que llegó a Presidenta tal vez lo ayude a conseguir su objetivo. Sin embargo, en el Instituto Patria dicen que CFK mantiene el diálogo con Galuccio y no pierde las ilusiones de recuperarlo para YPF, en un eventual regreso al poder. El dueño de Vista Oil&Gas acaba de decirle a Bloomberg que, si Cristina es elegida, hará "lo que haga falta” para continuar con el desarrollo en el continente inabarcable de Vaca Muerta. Revertir la pesada herencia de Macri y lograr -como dijo Fernández- que las multinacionales no se lleven las riquezas argentinas va a ser más difícil que sellar una buena negociación con el Fondo y dejar atrás el frío intenso de la recesión.