En un paisaje político de decadencia del populismo y el resurgimiento de la derecha y el fascismo en el mundo, la herramienta de la xenofobia frente al flujo migratorio se convierte también en la Argentina de Mauricio Macri en un gran negocio electoral.

Así lo aseguró Marcelo Longobardi, que criticó con dureza al Gobierno por caer en esta práctica y utilizar los problemas migratorios como un recurso electoral. "Yo personalmente pensé que el presidente Macri y su gente se parecían más a Trudeau que a Trump, pero la pifié", lamentó.

En clave de candidato, el primer opositor en acercarse a esas políticas fue el senador Miguel Ángel Pichetto, quien avanza junto al oficialismo en una polémica reforma que consiste en expulsar a los inmigrantes que delinquen.

Ahora, aseguran que es necesario un redireccionamiento de los extranjeros en las provincias. De la mano del director de Migraciones, Horacio García, respaldaron la propuesta y aseguraron que si no se resuelve el tema, “con la proyección a 10 años, Buenos Aires va a explotar".

Además, como propuesta de plataforma electoral pareciera ser una idea muy redituable y el Gobierno del presidente Mauricio Macri lo sabe. Luego del anuncio del canciller Jorge Faurie tras la reunión de Gabinete, aseguraron que frente a un supuesto descontrol migratorio, hace falta una reforma para ordenar la radicación de los extranjeros.

Luego de las críticas de Longobardi, avanza el Gobierno en un proyecto para "ordenar" a los inmigrantes