Los Fernández, el fracaso de Macri y el trabajo más difícil para Durán Barba
"El vicepresidente es un conspirador a sueldo. El requisito número uno para el cargo es ser de confianza del presidente y alguien que no vaya a confrontar jamás. No suma votos y es apenas un complemento de imagen”. Como pocas veces, las máximas que difunde Jaime Durán Barba entre sus clientes y alumnos serán desafiadas en las elecciones del octubre argentino.
Dueña de un piso de adhesiones sin igual, la candidatura de Cristina Kirchner como compañera de fórmula de Alberto Fernández acaba de desbaratar una parte de los argumentos del consultor estrella de Mauricio Macri. El paso al costado de la senadora, que le aporta volumen electoral a un político que nunca ganó una elección, rompe la tradición en la que el vice es parte del decorado. Sin embargo, el autor de "El arte de ganar” puede sostener que la sentencia está vigente, con una profecía colmada de antecedentes: si resultan victoriosos y en lugar de asumir en serio sus roles, el empoderado y la doctora chocan hasta volverse incompatibles, la historia puede repetirse. Aunque, claro, con Macri ya fuera de escena, eyectado de Balcarce 50.
La capacidad de conspirar contra el presidente no le pertenece únicamente al vice. Puede habitar también en ministros y funcionarios, pero a todos los demás -dice el asesor principal- se los puede echar.
El paso al costado de la senadora, que le aporta volumen electoral a un político que nunca ganó una elección, rompe la tradición en la que el vice es parte del decorado.
El inventor del macrismo está marcado por una experiencia traumática: es hijo de un ministro del expresidente de Ecuador José María Velasco Ibarra. No puede olvidar que Velasco ganó cinco veces las elecciones en su país y fue derribado cuatro por su vicepresidente. Así nació la definición de "conspirador a sueldo”.
Con el marco inédito del ajuste, la recesión, la caída de reservas y el futuro sulfatado por el proyecto oficial, la tesis de Durán Barba será puesta a prueba, en los próximos días, también dentro de las filas de Cambiemos. Mientras termina las encuestas que le servirán a Macri para tomar la decisión más difícil, el consultor sostiene que, dados los requisitos para el vice, jamás ese lugar podría ser ocupado por Martín Lousteau, un político ambicioso, zigzagueante y con proyección propia que sueña con llegar a lo más alto. Mencionado en todos los planes de relevo, al lado de Macri o de María Eugenia Vidal, el diputado de Evolución exhibe otra contra que puede ser utilizada en campaña: inventó la resolución 125, el lejano germen de Cambiemos.
Antes que a Lousteau o a cualquier otro radical sin votos, Durán Barba preferiría a Carolina Stanley, Patricia Bullrich e incluso a Gabriela Michetti, una fiel exponente del macrismo que -al menos- tuvo el mérito de la lealtad. Pero Lousteau cuenta con fogoneros de peso entre los que figuran desde el aperturista Enrique "Coti” Nosiglia hasta Horacio Rodríguez Larreta, el accionista del PRO que pagaría por ver al marido de Carla Peterson lejos de la Ciudad. Igual que en la economía, al candidato Macri no le sobra nada: necesita una transfusión de votos extra.
Mencionado en todos los planes de relevo, al lado de Macri o de María Eugenia Vidal, el diputado de Evolución exhibe otra contra que puede ser utilizada en campaña: inventó la resolución 125, el lejano germen de Cambiemos.
Después del impacto de los Fernández en un mapa que va de lo previsible a lo patético, las cartas quedan del lado de lo que alguna vez fue el amplio y macizo arco del antikirchnerismo. De esa fuerza hoy dividida en dos y tres pedazos debería surgir la sorpresa en menos de 30 días.
Macri puede sentirse confiado por la semana que acaba de terminar. No tanto por los dirigentes que se prestaron entre sonrisas al abrazo de oso de un Presidente que no sale del piso de las encuestas, sino sobre todo por los que estuvieron ausentes. Con un ida y vuelta tan marcado por el ego como por la falta de conducción, el opositor que más votos podía arrebatarle, Roberto Lavagna, acaba de prestarle un servicio inestimable. Si Sergio Massa desistiera finalmente de su aproximación al fernandizmo y se quedara en el pasillo del medio, completaría la operación oficial, con un aporte tan o más importante. En el país de los cuadernos y el déficit cero, con gran parte del peronismo a la intemperie, el financiamiento de las campañas juega un papel quizás más decisivo que el encanto y la viabilidad política. Los sponsors lo dejan claro: no están para rifar recursos en proyectos inviables. Paradojas del ajuste, es el Estado en manos del macrismo el que se muestra dispuesto a aportar para sostener proyectos ajenos.
En el oficialismo lo ven claro. Si los mercados no vuelven con un ultimátum antes del 22 de junio, las encuestas y la Convención Radical serán los dos factores con capacidad de incidir en un Presidente que no quiere resignar su deseo de reelección. Larreta, Vidal, el ala política y los gobernadores del radicalismo presionan por mostrar una luz de apertura. Pero todos van resignados detrás de un candidato que no tiene nada nuevo para ofrecer. Entre la comandancia de la UCR, nadie quiere romper nada. Asumen que Macri y Marcos Peña tapiaron el Plan V con el muro de respaldo de Donald Trump y admiten que Cambiemos va camino a perder las PASO. Pero todavía se ilusionan con que el miedo al cristinismo bajas calorías asuste más a la clase media indecisa que el presente de inflación, caída del consumo, alza del desempleo y tasas de interés asesinas. Que "la bronca” se purgue en agosto y "el miedo” se imponga otra vez en octubre; eso esperan. Una forma de revalidar en la polarización de centro aquellas tesis de Durán Barba, que hicieron grande la fantasía del macrismo.