La metamorfosis de Cristina y el desafío de Alberto
La bomba de Cristina cambió todo el escenario político. Un mapa que parecía ir directo al enfrentamiento contra Cambiemos -el de Macri si gana la obstinación o una alternativa si se impone el miedo a la derrota- hoy es un salto a lo desconocido, una sorpresa que ningún analista tenía en cuenta y que reconfigura lo que queda hasta la presentación formal de las fórmulas. Casi como Doctor Strange evaluando las posiblidades del futuro, esta pareciera ser la más rara, pero también la que aparece como una opción para ganar.
La fórmula en sí misma es una novedad política que amortigua al ala más purista de CFK y también como un reconocimiento de errores o la necesidad de ser mejores. AF fue muy crítico del último gobierno de CFK y de hecho en 2017 trabajó para la gran PASO opositora que Cristina rechazó para avanzar con Unidad Ciudadana, y que terminó perdiendo con Esteban Bullrich.
Alberto corre ese eje de la crítica sobre la herencia y corrige ese error. El oficialismo que critica con "lo que decía Alberto antes" alimenta la efectividad de la fórmula y en algún punto hasta le da la razón a Grabois. Cristina "maduró", reconoce sus errores, plantea una etapa superadora con uno de sus mayores críticos y a la vez de los que mejor la conoce. Sin sumar más en esa falsa aritmética electoral donde se supone q los dirigentes tienen votos, galvaniza la fórmula y le da el tono que la ex presidenta quiso mostrar en la Feria del Libro y en el spot. Kirchnerismo racional, dirían las redes sociales.
Más importante aún que la fórmula en sí misma fue el video donde Cristina no solo anunció su candidatura a vice, sino que emitió un mensaje muy claro del gobierno que imagina para ella y del cuadro de situación. Un tono grave, sin nada para festejar y dejando ver, sobre todo, lo que se espera de 2020 gane quien gane: "un país en ruinas" mucho más complejo que el que heredara Néstor en el 2003.
En esa especie de renunciamiento histórico moderno, reivindica las coaliciones (con un gobierno que sí o sí necesitará ser más amplio de lo que nunca fue y de lo que imaginaba ser cuando vuelva) y, por sobre todas las cosas, una mirada política fina con una idea de país, de objetivos, de poner por delante los problemas y no los nombres superestructurales.
No va a ser fácil sostener esto durante la campaña: por cada esfuerzo de CFK y los "recuperados" para parecer distintos, esperan los "históricos" con sus resentimientos a cuestas y la campaña será más de marcar a los propios que cruzar a los rivales.
Resta ver si la alegría de los más duros se sostiene o solo funciona como autoconvencimiento, y si es posible moderar a los que ya salieron a definir al candidato como "títere", repitiendo errores del pasado. Resta ver, además, si la propia Cristina logra sostener este nuevo plan y no volver a lo de siempre y lograr mostrar como nuevo a un jefe de gabinete del año 2003.
CFK en esta línea parece ser cada vez más competitiva, en el marco de un gobierno que apenas intenta controlar el dólar como puede y que no tiene respuesta. Complica y confunde a Cambiemos y le suma presión a la que ya soporta Macri del círculo rojo (y casi todos los suyos) para correrse y activar el Plan V.
Con una polarización que va a crecer irremediablemente, queda un mes para ver si la fórmula logra ser atractiva para los peronistas de la angosta avenida del medio. Massa parece posible, habrá que ver cuánto aguanta la candidatura de Lavagna que está hoy en una meseta y la fuerza que puede tener el elector córdobes Schiaretti, que ganó hace una semana, pero ya parecen años.
Para el peronismo silvestre y suelto es una señal más concreta. Hay algo más que lo de siempre. Llama a creer, porque hay juego y la convocatoria es abierta y hacia un nuevo lugar, más allá de la inevitable centralidad de CFK. Un peronismo que ahora con la unidad posible y con al menos una idea programática nacida del spot puede empezar a jugar su propia pelea: disputar los lugares de las listas y la candidatura de PBA.
Por lo pronto parece que el gran arco peronista se plantea con claridad el claim de Avengers: Endgame. Whatever it takes.