Por estas horas, la consigna del secretario general del Sindicato de Choferes de Camiones (Camioneros), Hugo Moyano, es darle músculo a la marcha que lanzó para el 22 de febrero. Si bien falta un mes, el sindicalista sabe que en pleno fuego cruzado con el mismo presidente, Mauricio Macri, no puede arriesgarse a perder poder, piedra filosofal de su legitimidad. Eso puede significar su final.

 

Como si fuera una lista de invitados, el camionero sabe que mientras más sindicatos engrosen su convocatoria, más oxígeno y más legitimidad va a lograr para librar su batalla. Por la tarde, en una reunión del consejo directivo de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT), se sabrá si la propia central obrera estalla por los aires: en principio Estarán presentes dos de los tres triunviros (Juan Carlos Schmid, su delfín; y Carlos Acuña). Quien pegará el faltazo será Héctor Daer, pues su firma no estaba en el documento de citación.

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No será el único. Los "gordos” e independientes tienen pensado sabotear el encuentro porque se encuentran en una etapa de diálogo soft con el Gobierno y consideran que Moyano los está incluyendo en un conflicto que los excede. Quizás comienzan a percibir el final del camionero. "Moyano y Barrionuevo nos quieren llevar a un escenario de conflicto con el Gobierno que no es tal. Moyano tiene una pelea personal con Macri pero que no es del movimiento obrero", le dijo un dirigente sindical que no irá esta tarde a la reunión de la calle Azopardo a Clarín.

Los misiles que se tiraron Moyano y Macri desembocaron en una guerra que nadie sabe a ciencia cierta cómo va a terminar. En la cumbre del PJ bonaerense en San Bernardo, Pablo Moyano, que fue en calidad de consejero en representación de los gremios, amenazó: "Va a ser la más importante de la historia".

Cada sector tiene un motivo diferente y es bastante pragmático a la hora de mostrarle los dientes al Gobierno. Luego de que se conociera la intención del Gobierno de avanzar con la eliminación de 28.000 planes sociales, Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) determinaron plegarse a la marcha del próximo 22.

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Los sindicalistas presos funcionan como un holograma que disciplina a más de un "dialoguista”. Por eso, y para mantener su propia paz, el sector más friendly con el Gobierno tiene pensado discutir el lado "bueno” de la "tupacamarizada” reforma laboral: el blanqueo, la creación de la Agnet y de los programas de capacitación y prácticas formativas. No obstante en el Gobierno se ilusionan con poder lograr unas paritarias que giren en torno al 15% que fijó como meta de inflación para el 2018.