La "prueba piloto" de la vuelta a los estadios: entre el electoralismo y el sanitarismo
El anuncio del regreso a las canchas 3 días antes de las PASO disparó el debate sobre si el Gobierno busca mejorar el ánimo de los votantes con fines electorales y subestima la llegada de la variante Delta.
Vaso de agua, alcohol en gel y micrófono para cada uno. Detrás, la bandera argentina y un fondo celeste con el símbolo de Presidencia de la Nación. Así, con un tono seco y sin bombos ni platillos, anunciaron -el martes- Carla Vizzotti y Matías Lammens el tan ansiado regreso del público a los estadios de fútbol. Sin embargo, la noticia generó polémica por la fecha pautada para el retorno: el 9 de septiembre.
Ese día la selección argentina jugará contra Bolivia por las Eliminatorias del Mundial Qatar 2022. La desconfianza en las motivaciones del Gobierno surgió, en primer lugar, por el simbolismo de unidad nacional que ello implica, pero principalmente por tratarse de una fecha cercana a las PASO, que se celebrarán el 12 de ese mismo mes.
El anuncio de la ministra de Salud y el de Deportes, entonces, inauguró un debate sobre sí detrás de la flexibilización se esconde un propósito electoralista. Es decir, mejorar el ánimo de los votantes tres días antes de los comicios para obtener un mejor resultado.
“Si es así, me parece de un nivel de irresponsabilidad pocas veces antes visto. Si lo están haciendo para especular y para tener una buena noticia para la población, me parece algo realmente lamentable”, dijo a El Canciller la diputada nacional por el PRO y vicepresidenta de la Comisión de Salud en la Cámara baja, Carmen Polledo.
Vizzotti negó que se tratara de una actitud demagógica y dijo que la medida responde a la información sanitaria. “Con ese criterio no podríamos hacer nada hasta después de las elecciones. Si yo entro en esa, no puedo hacer más nada, ni vacunar ni dejar de vacunar, ni aprobar un evento masivo ni suspenderlo”, justificó en conversación con Radio Con Vos.
Si bien la cantidad de casos registran una baja sostenida hace 13 semanas, en la última esa tendencia se desaceleró –de un 36% de descenso a un 6%–. Mientras que el promedio diario de junio fue de 20.116 casos diarios, en julio ese indicador tuvo la cifra de 13.264 y en lo que va de agosto, apenas 6.922.
Sin embargo, para los especialistas asesores del Gobierno, la principal preocupación que deja la llegada de la variante Delta en Argentina no tiene que ver con los contagios, sino con el posible incremento de las camas de terapia intensiva y fallecimientos. Actualmente la ocupación de camas UTI en el país es del 47%, muy por debajo de los picos durante la pandemia, y las muertes descienden de forma constante hace 11 semanas.
Así como Vizzotti y el grupo de asesores consideran que la información epidemiológica amerita nuevas aperturas, en el Gobierno porteño también lo creen. Por eso el martes se llegó a la presencialidad completa en las aulas con el regreso de los últimos alumnos del nivel inicial, un reclamo que estuvo muy presente en el electorado predilecto del PRO en la Ciudad de Buenos Aires durante los últimos meses.
De la misma forma, en la Gobernación bonaerense ya se empezó a hablar de “nuevas aperturas”. La subsecretaria de Gestión de la Información del Ministerio de Salud de la Provincia, Leticia Ceriani, lo planteó en esos términos y dijo que “es una muy buena noticia la baja de casos y de internaciones”. Las medidas propuestas por Axel Kicillof van en el mismo sentido que las de Horacio Rodríguez Larreta, a favor de una mayor presencialidad en las escuelas.
Por eso, ante la desconfianza expresada en la agenda pública sobre la motivación del Gobierno en sus aperturas, desde la administración nacional remarcan que tanto en el Ejecutivo porteño como en el provincial “coinciden en que, más allá de las elecciones, los datos muestran que pueden darse más aperturas responsables”.