Con 57 años y sin un paso previo por la administración pública, José Luis Espert dio el salto a la carrera presidencial de cara al 2019. Desde un nuevo partido, reivindica las ideas de Juan Bautista Alberdi y encarna un proyecto rodeado de economistas con la ortodoxia como bandera. Se despega de quienes lo quieren catalogar como un Jair Bolsonaro argentino y, aunque se declara defensor de la vida, está a favor del aborto legal por pragmatismo. Aunque pelea por la silla más alta, también ocupa el primer lugar en la lista de Diputados de la Ciudad de Buenos Aires del Partido Libertario, que junta afiliados para institucionalizarse en la contienda electoral.

Hace algunos meses, el diputado Nicolás Massot lo llamó plateísta y lo invitó a "ponerse los cortos" en la carrera política. La chicana tal vez sirvió para tomar impulso y ahora el proyecto amarillo arguye que la candidatura del liberal le hace "el juego" al kirchnerismo. No está claro qué cauce encontrará este plan que muchos tildan de impracticable y que otros directamente ven realizado en las políticas de Macri. Sin embargo, se abre un nuevo espacio que no le permite a Cambiemos desguardar el flanco derecho. José Luis Espert recibe a ElCanciller.com para explicar los ejes de su candidatura,  y hablar de feminismo, economía, seguridad y educación.

***

Candidato a presidente, ¿por qué hoy?

—Entiendo que por primera vez en décadas, y sin crisis, se abrió un espacio de demanda de la gente para otra forma de hacer política y para las ideas como las que yo defiendo. Soy un hombre de acción: si se me presenta la oportunidad, yo no me achico. En el 89’, con la caída del muro de Berlín en Alemania y la hiperinflación de (Raúl) Alfonsín, se abrió un espacio que permitió todo el proceso privatizador y de liberalización del mercado de (Carlos) Menem. Espacio que se volvió a abrir en el 03' con López Murphy, pero esa vez con crisis. Ahora, hay un olorcito mucho menos intenso, pero parecido: un gran rechazo a Cristina de por lo menos el 75% del electorado y un gran descreimiento en Macri después de todo lo que ha ocurrido.

¿Cómo sería el escenario?

—Una elección como la que ganó Néstor Kirchner en 03’ en la que nadie obtuvo gran cantidad de votos. La triquiñuela discursiva de (Mauricio) Macri para polarizar la elección es que votando a otro espacio se le hace el juego a Cristina, pero no es descartable que haya segunda vuelta. Si ese es el escenario más probable, derrotemos a Cristina en esa instancia y en las PASO y primera vuelta votemos por los valores que defendemos y no por lo menos malo. Me lanzo por la presidencia, pero voy a encabezar la lista de Diputados de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Qué opinión tenés sobre la ola de denuncias que están realizando las mujeres argentinas?

—Me parece perfecto que la mujer se anime y esté denunciando cosas que antes no denunciaba. Es importante que se sepa la verdad de todo. Este país ha vivido muchos años con miedo en general y con la mentira en particular. También creo que hay que dejar espacio para la justicia. Estoy adelante en la defensa de los derechos de la mujer. Durante un tiempo, tuve que hacerme cargo de la casa mientras mi esposa trabajaba. En mi vida funciona, se vive y se respira la igualdad de género.

¿Aborto legal?

—No milito el aborto porque soy un gran defensor de la vida, pero estoy de acuerdo con el aborto no punible. El aborto existe y las mujeres que más sufren el aborto punible son las chicas de bajos recursos, que hacen cualquier cosa con su cuerpo con tal de no tener el bebé. Para estas chicas también debe ser seguro y gratuito. Un criterio posible es que accedan a un aborto gratuito las beneficiarias de planes sociales, pero la gratuidad de todas las cosas debe ser muy específica y justificada. Si es un hecho que ocurre y no hay ninguna chica presa por el aborto punible, ¿de qué estamos hablando? Es todo una gran hipocresía.

¿Cuáles son los pilares de su campaña?

—Economía y seguridad, que además son las principales preocupaciones de la gente. Sobre la primera, soy esclavo de mis palabras porque he escrito sobre el tema: Argentina es decadente por tres causas que debe revertir por completo. Son tres reformas estructurales que deben hacerse gradualmente a lo largo de los años, pero en paralelo y simultáneo. El país tiene que ser una economía abierta al comercio y eso no se puede lograr con esta presión impositiva salvaje ni con estos costos laborales. Hay impuestos que deben ser eliminados: las retenciones y el impuesto al cheque; y otros que deben ser reducidos, como es el caso de Ganancias. Como tenemos un déficit fiscal y una deuda pública muy altos, no se pueden bajar impuestos a menos que al mismo tiempo se achique el gasto. Esas dos reformas, tributaria y fiscal, deben estar acompañadas por una tercera reforma: la laboral. Por cuatro leyes que Perón importó desde el fascismo, que pudieron haber estado justificadas en su momento pero hoy son demodé, tenemos un tercio de los trabajadores en negro y la mitad de los laburantes pobres, lo cual es un desquicio.  Lo que propongo no es una cosa que no existe en el mundo. Lo hacen Chile, Perú e incluso Paraguay. Planteo cosas que están probadas que funcionan.

¿Y en cuanto a la Seguridad?

—Debe aplicarse el Código Penal. El nuevo protocolo de (Patricia) Bullrich es simplemente una forma de darle marketing al Código Penal. No inventó nada, pero me parece bien que se aplique: revierte un poco esa situación tan injusta que pone a la gente de a pie y de trabajo a merced del delincuente. Está bien que el delincuente tenga miedo de delinquir y que tenga terror de enfrentarse a la policía. Conmigo como presidente, un policía no va a tener miedo de poner orden.

Al hablar de la aplicación de estas políticas, muchas veces se lo escucha decir que es necesario que haya "sangre, sudor y lágrimas". ¿Se puede explicar en términos concretos? Porque ya hay un tercio de argentinos que la pasa muy mal.

—No veo porqué las reformas tendrían impacto sobre los más pobres. El ajuste no es contra la gente de menos recursos. Esa frase la digo criticándolo a Macri por cómo asumió, con bailecito de Gilda, como si estuviéramos en el mejor de los mundos y en realidad estába con un problema latente que explotó este año con una gran devaluación. Mi crítica tiene que ver con que Macri nunca estuvo dispuesto a cambiar nada de lo profundo. Quiso gobernar con lo que venía, hacer un ajuste pequeño y ver si eso aguantaba. No hablaría en esos términos si soy presidente y me toca llevar a cabo esta agenda de reformas. Sería sincero y le diría a la gente: "Vengo a cortar la decadencia Argentina".

¿Cuál herencia es peor? ¿La que dejó Cristina o la que podría dejar Macri en caso de no ser reelecto? ¿Quién deja más inflación?

—Ambas son complicadas. Cristina dejó un Banco Central vacío de reservas pero con poca deuda y Macri deja un país híper endeudado pero con algo de reservas, aunque sólo por el Fondo Monetario. Las pobrezas no son muy diferentes y la actividad económica del año que viene va a ser, en el mejor de los casos, igual a la de Cristina. En cuanto a la inflación, siempre me pareció poco serio el andamiaje discursivo de Macri, pero en cuanto a números tampoco habrá mucha diferencia.

¿Es difícil bajar la inflación?

—En economía nada es fácil. Argentina viene haciendo mal las cosas hace cien años y hace 70 que desciende en el ranking de ingreso per cápita. No se puede estar muy seguro de que, aunque se hagan bien las cosas, van a salir bien. Uno tiene que ser serio en esto. Se puede hacer todo bien, pero si no le creen, si afuera hay un cisne negro, le puede ir mal igual.

¿Tiene pensado incorporar gente que pasó por la gestión pública?

—No lo descarto para nada. La tarea que tiene que encarar Argentina es monumental. Hemos empezado a trabajar. Por supuesto que incorporaría a gente que tenga experiencia en la función pública y comparta las ideas que profeso.

Ha dicho que tiene que haber despidos en el sector público. ¿Es un traslado al sector privado o son despidos sin más?

Hasta que la economía no crezca, no se puede despedir a nadie porque la gente debe tener perspectivas a futuro. Lo importante es entender que el Estado no puede una agencia de empleo, sino que sólo tiene que prestar servicios que los privados nunca prestarían eficientemente: seguridad, fuerzas armadas, diplomacia y justicia. También podemos discutir su rol en la salud y en la educación, pero el estado tiene que estar constreñido a estas seis funciones esenciales. Sin las reformas que propongo, se produce una fuerte caída de ofertas laborales que impacta sobre todo en las provincias, donde está el millón y medio de sobreempleo público.

¿Cómo tiene que ser la educación?

—Lo primordial es que haya competencia. Me gusta la idea de los vouchers. La escuela pública tiene que competir con la privada y eso se logra subsidiando la demanda. Es decir, que el padre o la madre, que es quien tiene el subsidio, elija si mandar a su hijo a una escuela pública o a una privada. Es el estado el que le da la plata a la escuela pública contra el subsidio que pide el padre. Eso obliga a la escuela pública a mejorar su servicio.