Daniel Montoya: "Los que sueñan con un revival del 'nestorismo' van a estamparse contra la pared"
Dice que la raíz de todos los males oficialistas comenzó cuando Mauricio Macri decidió ir por la reelección en lugar de dar un paso al costado en sintonía con la jugada táctica de Cristina. Analista político y consultor estratégico, Daniel Montoya remarca que la impericia presidencial puso en jaque el principal bastión de Juntos por el Cambio, la Ciudad de Buenos Aires que comanda Horacio Rodríguez Larreta. Asegura que las medidas económicas posteriores a las PASO son la muestra de que el presidente renunció por adelantado a la contienda electoral.
En 2016, desde Nueva York, puso una GoPro en su casco e hizo tres mil kilómetros arriba de una Harley Davidson para explicar el fenómeno de Donald Trump. Recuerda datos históricos y políticos de la historia argentina en detalle. En una entrevista con El Canciller, el politólogo que pasó por la Universidad Di Tella afirma que el intento de Alberto Fernández de revivir al "nestorismo" se choca con un mundo que cambió rotundamente y que el futuro puede ser menos kirchnerista de lo que muchos sueñan.
—¿Cuál dirías que es el conflicto central que se está desarrollando en el país?
—La raíz de todos los males es la decisión de Macri de enfrentar un proceso electoral con estas debilidades, y con 50 puntos duros de imagen negativa. En un sistema de triple vuelta, con cuatro meses en los que el país está en elección permanente y un presidente que no tiene imagen ni popularidad. Al ir por otro mandato, se metió en un callejón sin salida que prácticamente lo obliga a tener que activar los mecanismos constitucionales para acelerar el proceso de entrega de mando. Las medidas que se anunciaron, el "corralito” y el "cepito” a medias, son retoños de un Macri que busca la reelección en un contexto de absoluta fragilidad financiera. Eso lo deja a él y a su fuerza al borde de la debacle total.
—Decís que el impacto no es sólo para Macri.
—No, esta situación también lo golpea a Larreta. En su intento por la reelección, Macri arrastró a toda su fuerza política y amenaza con derribar la principal fortaleza del oficialismo actual, que es la ciudad de Buenos Aires. Larreta sacó solamente 12 puntos de ventaja sobre el candidato Lammens. Pero el presidente lo pone en un escenario que es como un ventarrón que genera una pérdida de popularidad diaria. Lo que empieza a operar es el voto estratégico de un montón de sectores, que se ve a través de comunicadores y representantes del "círculo rojo", que están jugando a ganador. Y eso va a pasar también el electorado.
—¿Se podría haber bajado?
—Macri tuvo una oportunidad, la mesa servida, que es la que le dejó Cristina en el momento que se corrió. Ellos compartían la situación en común de los 50 puntos de veto. Él pudo correrse, que al principio hubiese sido una señal de debilidad, pero una vez que lo hizo Cristina, él tenía el relato posible para dejarle la candidatura a María Eugenia Vidal o a otra figura del oficialismo. Esa fue la última ventana de escape que se le abrió.
—Hasta las PASO el Gobierno tenía la sensación de que estaba perdiendo por muy poco o en un virtual empate.
—Hay un tema de Charly García que dice: "Yo que crecí con los que estaban bien, pero a la noche estaba todo mal”. Otro de temas centrales de esta elección es el papel de los grandes medios de comunicación, que generaron una sensación, un corralito, en el cual estaba inmerso el oficialismo y el presidente Macri. Analistas, consultores y el círculo rojo en general propalaban noticias e información que surge de las mismas usinas. Esto no es nuevo, lo vimos en la crisis de 2001: en las tapas de los medios de comunicación previas a diciembre de ese año, había un montón de títulos que decían que Cavallo la estaba peleando y, de repente, nos desayunamos fogonazos en la plaza e incautación de depósitos. Los grandes medios son protagonistas y perdedores de la elección. Un monton de comunicadores están sorprendidos con los resultados: a la mañana era un empate y a la noche la diferencia era de 15 puntos.
—Las últimas medidas -el default selectivo, el cepo- parecen indicar un giro.
—Sí, ahora Macri resignó totalmente su reelección. Con las medidas de ayer dinamitó los principales pilares de su política. En 2015, participé de una reunión en el Departamento de Estado norteamericano y ellos nos contaron que le habían preguntado a Macri qué iba a hacer con el cepo. Él les dijo que lo iba a eliminar en 24 horas. Le respondieron que sus economistas les aseguraban que eso no era posible. Esa decisión del presidente fue la columna vertebral de su plan político. Eliminar el cepo para Macri fue similar a la ley de convertibilidad para Menem. Esto explica la victoria de Macri de 2017: haber generado una gran cantidad de dólares baratos que atrajo a la clase media. La medida de ayer es una capitulación política. Resta ver el proceso de estos 90 días que son demasiado largos. Todavía no vimos algunas cosas que vienen por delante. Por más que quiera evitarse, tiene que haber un adelantamiento del proceso electoral, es impensable vivir 90 días con este clima.
—¿Cómo evaluás el rol de Alberto Fernández en este proceso entre PASO y la primera vuelta?
—Esto es como una pelea de boxeo donde el rincón le está pidiendo el nocaut a su pupilo cuando está arriba del cuadrilátero. No se exterioriza tan brutalmente, pero la realidad es esa. Alberto está intentando mantenerse al margen, está dejando al Gobierno destruir el poco capital político que le queda. Se ve un candidato que ha entendido perfectamente que la pelota está del lado del Gobierno y que cada día y cada hora que pasa lo debilita profundamente. Su rol es el de un combatiente que ve que su adversario está en la lona y está avanzando en las acciones que tiene que hacer para no darle vida ni dejarlo que recobre fuerzas. Eso se ve claro cuando fuerza a Macri a tomar medidas que obedecen al latigazo electoral que sufrió.
—¿Y de cara a una eventual presidencia?
—Alberto está recitando un libreto que hace referencia al 2003, pero el mundo es totalmente diferente y los actores son otros. En Brasil está Bolsonaro, no Lula. Y en Venezuela no está Chávez. Los precios de los commodities están -en muchos casos- en la mitad de los valores de esa época. China no crece más al 10%, sino al 4 o 5%. Es decir, hay muchos motores del crecimiento de esa época que hoy no están. Alberto está haciendo "fulbito para la tribuna”. En la presidencia, llegará un momento en que la realidad esté arriba de la mesa y va a tener que dar un giro necesario hacia políticas y entendimientos con el Fondo Monetario y sectores de poder interno. Esas cosas no sé si van a configurar un plano ortodoxo, pero seguramente va a tener que encarar políticas económicas bastante alejadas del libreto de Cristina pero también del de Néstor. Los que sueñan con un revival van a quedar estampados contra la pared. No me extrañaría ver figuras sorpresivas en el gabinete de Alberto. En las áreas sociales habrá figuras que hagan más sentido con el músculo tradicional del peronismo. Seguramente se activará algún plan alimentario de emergencia para diferenciarse del plano actual, pero los ejes serán otros.