Pagni señaló en su editorial que Peña, en una cena con empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, les sentenció a los comensales: "Va a haber un balotaje entre Macri y Cristina, no hay tercera opción, Lavagna es un invento de la política, de los medios. Pero en esa opción ganamos nosotros. O en una segunda posibilidad gana Cristina”. "Es la primera vez que hombres del establishment escuchan que para el Gobierno Cristina empieza a ser una amenaza real”, concluyó Pagni.

Cristina tiene un piso rígido cercano al 30% y, en los primeros comicios del año, ha mostrado inconvenientes para superarlo: en Río Negro y Neuquén, a pesar de anunciar posibles batacazos electorales, los candidatos kirchneristas no alcanzaron siquiera el tercio de votantes que el frente dice tener a nivel nacional. El Gobierno nacional, aunque haya llamado al "voto útil” en ambos comicios para asegurar las derrotas del kirchnerismo, hizo dos elecciones deficientes: sacó 16% en Neuquén y 6% en Río Negro.

Las confidencias de Peña con los empresarios apuntan, a la vez, otra dificultad que el Gobierno advierte de cara a las elecciones y que los comicios desdoblados le ratifican: el economista Roberto Lavagna y las adhesiones que la tercera fuerza sume pueden canalizar complicaciones para que los votos de Macri no se erosionen antes de la contienda. Algunos nombres que aporta la escena nacional, como Juan Schiaretti, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto, Martín Lousteau, Sergio Uñac, Alberto Weretilneck, Omar Gutiérrez, Marcelo Tinelli, Matías Lammens, entre otros, son estudiados como posibles amenazas a la estrategia de polarización que trazan tanto macrismo como kirchnerismo, sobre todo si se consolidan las fuerzas regionales (además de las victorias en Río Negro y Neuquén, las PASO en Chubut confirman otra buena elección desnacionalizada por parte de Mariano Arcioni) en un espacio de unidad, todavía borroso en el presente.