Capitán de la economía y mánager del Gabinete: abraza Marcos el poder del éxodo oficialista
Desde el rumbo económico hasta la elección del elenco que suplanta a las bajas de la primera línea de la Casa Rosada. Todas las decisiones pasan por el despacho del jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien abraza más poder a costa de los éxodos del oficialismo y carga a su espalda con las numerosas responsabilidades del contexto: el respaldo a los funcionarios, las críticas a la herencia recibida y al sindicalismo, y la defensa del rumbo económico. La renuncia de Alberto Abad a la AFIP tampoco se le escapó a la mano derecha del presidente Mauricio Macri: su reemplazante, Leandro Cuccioli, viene del ministerio de Finanzas pero responde a la voz de Mario Quintana, hombre de Peña.
Por este motivo, la salida de Abad del ente recaudador levantó las sospechas de que los cortocircuitos entre el ahora ex titular de AFIP y la jefatura de Gabinete lo obligaron a dejar atrás 35 años trabajo en el sector público. Peña, sin embargo, desmintió que algo así haya sucedido. "Trabajamos sin fisuras, codo a codo”, expresó en una conferencia de prensa en el festival de la Vendimia, en Mendoza.
El ex jefe de AFIP se manifestó en el mismo sentido. "No me peleé con nadie, son rumores que jamás salí a desmentir porque jamás hablaría de versiones poco serias. Vine contento y me voy contento”, remarcó.
Más allá de las hipótesis, Marcos Peña canaliza el poder que van dejando los funcionarios en el camino. A finales de 2017, el ladero de Macri se presentó como el capitán del equipo económico de Cambiemos para recibir la posta que le trasladó el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, y se convirtió en la voz de un rumbo económico con otras metas inflacionarias -hasta ahora incumplidas- y mayor gradualismo de ajuste.
Más allá del discurso oficial, Abad tuvo dos cruces políticos con el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana -quien ahora tiene un hombre suyo como sucesor del sabueso de la AFIP- y uno con el presidente Macri. Con el primero, los roces se debieron a que Abad quería mandar a la quiebra a OCA y a Indalo por los problemas impositivos, mientras que Quintana, consciente de que la empresa postal tenía 10 mil empleados, buscaba que se garantice su funcionamiento pese a las deudas con el fisco. Con la compañía de Cristóbal López fue parecido: el recaudador no quería darle más facilidades como las que había recibido de su antecesor Ricardo Etchegaray.
La disputa con el Presidente fue en torno al blanqueo de capitales. Abad consideró al mismo como "un premio” para los evasores y con la posterior filtración de la lista de "blanqueadores” -en la que aparecían familiares directos de Macri- , estos conflictos se acentuaron.