El 44,2% de los argentinos era pobre cuando culminó octubre de 2020. Ese diagnóstico se desprende del último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, que mensuró el período de julio-octubre, cuando comenzaron a levantarse, paulatinamente, las restricciones a la actividad económica en el Área Metropolitana de Buenos Aires por la pandemia del nuevo coronavirus.

El organismo que medía la pobreza y la indigencia en tiempos en los que el Indec estuvo intervenido consignó que finalizado el décimo mes del año, un 34,1% de la población cayó en la categoría de "pobres no indigentes", mientras que el 10,1% de los argentinos permanecen bajo el umbral de la indigencia, es decir, ni siquiera pueden cubrir la canasta básica alimentaria.

El estudio reflejó un fuerte deterioro de la coyuntura socioeconómica con relación al año pasado, cuando la pobreza ya era muy alta, del 40,8%. La proyección de la entidad que comanda Agustín Salvia es que 20.300.000 personas están hoy en situación de pobreza en la Argentina, y los datos relevados entre julio y octubre de este año son los más altos de toda la serie que arranca en 2010.

Además, el informe asegura que la pobreza hubiese alcanzado a más de 53 puntos porcentuales de la población urbana si no se hubiesen implementado planes de emergencia como el Ingreso Familiar de Emergencia, la Asignación Universal por Hijo o la tarjeta alimentaria -esta última, en el marco del Plan Argentina contra el Hambre-.

El efecto del IFE, de 10.000 pesos otorgados en los primeros meses de mayor incidencia del brote en la parálisis económica, incidió 8,3 puntos en reducir la indigencia y 6,4 puntos en disminuir la pobreza. "El IFE habría sido la política con mayor impacto absoluto sobre las tasas de pobreza e indigencia, en comparación con las demás políticas de transferencias implementadas", aseguró el informe.

Salvia afirmó que "el nuevo escenario frenó aún más la inversión, los consumos y la demanda de empleo en la economía formal, a la vez que paralizó toda expectativa de reactivación, afectando especialmente a la pequeña y mediana empresa, profundizando la relación entre informalidad económica, pobreza y exclusión social".

Además, alertó que la pobreza sube con mucha fuerza en los segmentos de trabajadores marginales e integrados y en el conurbano bonaerense. "Entre estos grupos, el índice crece casi ininterrumpidamente desde 2013-2014, y evidencia un nuevo salto en el contexto de pandemia", señaló. Y agregó: "El efecto Covid-19 no fue 'democrático', no afectó a todos por igual: entre los sectores de abajo se acentuó el deterioro social, mientras la cúpula de la pirámide está ahora más concentrada y protegida".

Desempleo y pobreza infantil

La UCA indicó que en el período julio-octubre el desempleo alcanzó al 14,2% de los argentinos, lo que representa unos 2.700.000 personas, 600.000 más que en el estudio anterior. En ese entonces, el desempleo era del 10,6%.

Además, estimó que el 65% de los menores de 17 años viven en hogares pobres, lo cual se traduce en más de 7.500.000 chicos y adolescentes que atraviesan el día a día en viviendas con carencias básicas. Esos guarismos fueron incluso superiores a las previsiones de UNICEF Argentina, que pronosticó un 62,9% de pobreza infantil para diciembre del 2020.

El dato de pobreza se amplificó, según explicó el Observatorio, porque se amplió la consulta a 30 partidos del AMBA, seis más que los consultados por el Indec en su medición oficial. El área metropolitana fue el distrito que más tiempo permaneció en condición de aislamiento social, preventivo y obligatorio para contener los contagios del coronavirus.