A dos semanas de las PASO, y con una elección en la provincia de Buenos Aires que anticipa una definición voto a voto, el ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández jugó, de manera indirecta, para apuntalar la intención de voto de María Eugenia Vidal, al compararla con el femicida Ricardo Barreda. Luego de que Facundo Moyano y Matías Lammens castigaran las declaraciones, fue Axel Kicillof quien debió salir a diferenciarse del expresidente de Quilmes.

En diálogo con El Fin de la Metáfora, el precandidato a gobernador del Frente de Todos criticó con dureza los dichos de su compañero de espacio y pidió hacer una campaña limpia.

"La comparación con un femicida me resultó penosa. Desde el primer día mi campaña se trata de proponer y discutir ideas y prioridades. No quiero una campaña sucia ni de agresiones. No es mi forma de hacer política", sostuvo. 

En 2015, Aníbal Fernández fue el contendiente de Vidal en la lucha para quedarse con la gobernación bonaerense. Luego de imponerse por una exigua diferencia ante Julián Domínguez en la interna del Frente Para la Victoria, cayó en las generales, en medio de denuncias en su contra por un supuesto vínculo con el triple crimen de la efedrina.

En el búnker oficialista se frotaron las manos tras los dichos del exfuncionario kirchnerista. Además de salir con los tapones de punta a repudiarlos, se regocijaron por el error no forzado que cometió el rival, en un contexto de polarización extrema donde todo voto tiene influencia en el resultado final.

Dentro del abanico peronista, Facundo Moyano habló de que Aníbal Fernández "ensucia el debate", Lammens calificó a las declaraciones de "demenciales" y Ofelia Fernández lo catalogó como "un salame".