El trabajo del adolescente es aportar al bien común. El trabajo de los padres es que el cretine rumbee para ese lado.

Criar un hijo es tan difícil que uno se compra un método para no tener que pensar cada vez.

La escuela de la autoridad permanente funciona raro. Lo mejor es tener un acercamiento diplomático, invitarlo a un living para conversar. Ahí ya se la ve venir.

Hágale creer el verso de que no va a retarlo. Ponga cara de Frondizi y dígale que quiere hablar de un tema "para adelante."

Luego recuérdele que su existencia es un binguito, que usted se siente bendecido por ser padre, acuérdese también usted de lo importante.

Después vístase de Bilardo con pizarrón al lado. Explique la jugada lentamente, en términos operativos, sin tono de fiscal, mostrando cómo la línea de puntos conduce al bien común, al todo bien, al así dan ganas de soltarte unos mangos para que camines.

La recompensa es clave, les adolescentes tienen que aprender que hay que portarse bien para poder portarse mal.

Si un chik de catorce años come con la boca cerrada, no tiene la play en las manos seis horas por día y dice gracias ya está el setenta por ciento hecho.

Por eso maneje una agenda corta de lo quiere que cambie. Siempre es lo que le va a servir cambiar, lo que le va a hacer ir mejor en un mundo que tiene partes con computadoras grises y otras con playas con gente que no son los padres.