Luego del aplastante triunfo en las PASO, Sergio Massa se envalentonó con el posible desembarco del Frente de Todos en la Casa Rosada y pidió ampliar la coalición electoral a partir del 11 de diciembre. En ese sentido, llamó al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y al exjefe de la bancada oficialista en la Cámara baja, Nicolás Massot, a sumarse a un eventual gobierno de Alberto Fernández.

"El desafío es tratar de interpretar a esos que tienen dudas e incertidumbre, hay que trabajar para incorporarlos y dar señales claras de que a partir del 11 de diciembre vamos a necesitar a esos dirigentes", afirmó.

También se dirigió a Roberto Lavagna, quien horas atrás había sido tentado públicamente por Alberto Fernández para ser su futuro ministro de Economía. Malena Galmarini, por su parte, aseguró que "se van a volver a juntar" con el exaliado de su esposo en el Frente Renovador.

La diputada nacional por el kirchnerismo, Cecilia Moreau, le respondió al tigrense de manera tajante. "No somos todo lo mismo, no siento que nada me una a Massot, la gente nos dio un voto de confianza entre otras cosas porque quiere que la dirigencia política le devuelva a la Argentina previsibilidad y coherencia", sostuvo.

Según consignó La Nación, Monzó llamó a Alberto Fernández en las horas posteriores a su triunfo sobre Macri. Ambos se conocen desde que Fernández había sido profesor de Monzó en la universidad.

El paso de Monzó y Massot por el Gobierno

Como jefe de la bancada macrista, Massot fue un importante articulador de acuerdos y, de la mano de Monzó, le dieron a Macri muy buenas noticias durante 2016 y parte de 2017, cuando el massismo y el peronismo federal acompañaron la mayoría de los proyectos que el oficialismo necesitó para gobernar, entre ellos el pago a los fondos buitre y la reforma previsional.

Massot presidió el bloque PRO desde que asumió, a pesar de su juventud y de su perfil, y fue un "protegido" de Monzó: el presidente de la Cámara le cedió a parte de su equipo e incluso el diputado por Córdoba se casó con su secretaria, Chiara Comoretto. Renunció a su puesto para realizar una beca en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. 

Monzó -y Rogelio Frigerio- se erigieron como los garantes de la gobernabilidad y fueron las principales espadas oficialistas para cristalizar acuerdos con gobernadores y legisladores. Sin embargo, la paulatina exclusión que sufrió de las reuniones de la mesa chica del PRO erosionaron su ímpetu. 

En contraposición de Marcos Peña y Jaime Durán Barba, Monzó y Massot siempre esgrimieron la necesidad de aumentar los niveles de diálogo y abandonar la polarización extrema con Cristina Fernández de Kirchner que funcionó en 2015 y en 2017 a nivel electoral.

A la luz de los resultados en las PASO, la teoría que el jefe de Gabinete y el asesor ecuatoriano desecharon de plano parecía más redituable para el oficialismo. Ambos referentes fueron desplazados durante el cierre de listas en el armado de Juntos por el Cambio.

Los dos tuvieron entredichos con Elisa Carrió. A Monzó, la diputada nacional lo acusó en la mesa de Mirtha Legrand de negarle la palabra en el recinto y de pactar con Julián Domínguez para que ella rompiera con el Gobierno, versión que nunca fue confirmada por el dirigente peronista. Con Massot fue más dura: en mayo, lo calificó como "hijo de puta", tras una sesión en Diputados. Fue por la controversia generada al interior del Gobierno en la elección cordobesa.