Maneja millones pero nadie le conoce la cara. Su enemiga número uno lo enfrenta no tanto por quién es sino por quién lo llevó a ese lugar. La noticia de que Elisa Carrió no puede ampararse en su calidad de diputada para denunciar lo que quiera trajo consigo la victoria de un ignoto aunque muy importante contador: Héctor Marchi.

Marchi es de Rafaela, provincia de Santa Fe, como Ricardo Lorenzetti. Conoce al ex presidente de la Corte desde hace muchísimos años: fueron socios y, apenas fue nombrado juez, el supremo lo trajo para que controlara la caja más importante del Poder Judicial.

Héctor Marchi, el administrador de los fondos de la Corte que (por ahora) resiste al huracán Carrió

Como “administrador general”, fue el encargado en 2008 de la creación del “Fondo Anticíclico”, una caja que actualmente tiene blindados unos 26 mil millones de pesos. La idea era reinvertir las partidas presupuestariaas de la Corte que no hubiera sido ejecutadas en plazos fijos en diversos bancos.

Este fondo es uno de los cuestionamientos principales de Carrió a Marchi, a quien catalogó en más de una oportunidad como un socio de Lorenzetti, aún en la actualidad. En varias de las denuncias que presentó en Tribunales, el nombre del contador iba asociado a un supuesto desmanejo de los fondos judiciales.

En 2016, Lilita los denunció a ambos por enriquecimiento ilícito, expediente que fue archivado por inexistencia de delito. Marchi contraatacó y le inició una demanda por daños y perjuicios. Carrió creyó ganada la batalla cuando se amparó en el artículo 68 de la Constitución, que protege a los legisladores en cuanto a no tener que responder por sus opiniones.

Pero la sala B de la Cámara Civil no lo interpretó así y fue más allá, en especial el voto del  juez Roberto Parrilli: “La inmunidad que la Constitución le reconoce a los congresistas es para expresarse, no para denunciar penalmente a cualquier ciudadano por cualquier hecho ni para armar supuestas operaciones de prensa sin asumir ninguna responsabilidad”.

Marchi ya había tenido una pequeña victoria hace tres semanas, cuando toda la Corte se negó a tratar un pedido que había hecho Carrió para que se audite su gestión. En los chats tribunalicios, el fallo de la Cámara contra Lilita fue casi celebrado: nadie, ni siquiera los que antes salían a bancarla, está contento con su desempeño ni con sus dichos. Ni siquiera los que votaron en pos de la “transparencia”.