Hay pocos políticos que acrediten una continuidad exitosa en la actividad pública desde el retorno de la democracia hasta la actualidad. José Manuel de la Sota, el exgobernador de Córdoba que falleció trágicamente el sábado, era quizás el único sobreviviente de una generación que ocupó la escena de por 35 años y hasta este fin de semana seguía gravitando.

Su muerte abre un abanico de interrogantes sobre la política cordobesa y algunos sobre la política nacional. ¿Cómo se resolverá la horfandad de los sectores que abrevan en su figura? ¿Qué rol pasará a tener el actual diputado nacional Martín Llaryora, el único que se animó a desafiar a esta sociedad? ¿Podría de la Sota haber sido un factor catalizador del peronismo a nivel nacional? ¿Qué lugar ocupará el PJ cordobés, el único que gobierna una provincia grande, en la definición del próximo candidato?

A Juan Schiaretti esta noticia lo libera de tener que balancearse entre su buena relación con la Casa Rosada y la aspiración presidencial de su socio. De la Sota era cada vez más duro con el Gobierno nacional y había comenzado a tener acercamientos con el kirchnerismo. A pesar de los rumores, hasta último momento negó un encuentro con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

De la Sota deja viuda a la sociedad política más exitosa que tuvo el peronismo en los últimos años. Junto con Schiaretti lograron un equilibrio casi perfecto de poder. La cláusula para la gobernabilidad  mutua radicaba en que cuando uno gobernada el otro no intervenía.

Pero no hay que perder de vista que De la Sota fue el gran elector. Fue el hombre que en pleno ascenso logró desbancar a un gobierno radical, en una provincia que a simple vista podría definirse como no peronista.

Conquistó el poder con una propuesta extraordinaria: reducir el 30 por ciento los impuestos en un contexto de recesión. La promesa la cumplió el primer día que asumió.

Por aquel entonces intendente Ramón Mestre llegaba golpeado a la elección. Las sospechas de corrupción sobre su antecesor, Eduardo César Angeloz,  una serie de medidas impopulares y la decisión de adelantar la elección para diciembre de 1998 para tener un mano a mano con De la Sota terminaron con el triunfo de Unión por Córdoba.

Hacía 15 años que venía peleando por un triunfo que lo depositara al frente de un Ejecutivo. En 1983 perdió también con Mestre la competencia por la intendencia y dos veces más se presentó como candidato a Gobernador, una contra el Angeloz más potente.

De la Sota ocupó un rol clave en la renovación del peronismo tras la recuperación de la democracia. Fue compañero de fórmula de Antonio Cafiero en la interna contra Carlos Menem.

Aquella derrota marcó el enfrentamiento que mantuvo con el expresidente durante toda su gestión. Solamente aceptó achicar las diferencias para tirar su última bala electoral por la Gobernación. Se apartó de Eduardo Duhalde, quien era su candidato para suceder a Menem y conformó Unión por Córdoba con accionista minoritario de peso, la UCeDé.

El partido de Álvaro Alsogaray tenía en Córdoba un candidato en crecimiento: Germán Kammerath, ex funcionario del menemismo, quien finalmente completó el boleto que ganaría las elecciones y asumiría en julio de 1999.

En su gobierno De la Sota intentó llevar adelante un ambicioso plan de reforma del Estado. Logró el achicamiento del sistema político y el Poder Legislativo pasó de dos cámaras a una. Sin embargo, quedó en el tintero la privatización de la empresa de energía, hoy en el ojo de la tormenta por su amplio déficit.

En 2003, luego de pasar la crisis emitiendo bonos (Lecor se llamaron) como la mayoría de la provincias, De la Sota buscaba con ansias competir por la Presidencia. Duhalde lo alentaba, pero su figura no conmovía al electorado. Finalmente el ex presidente se inclinó por un ignoto Néstor Kirchner que, según las encuestas, tenía más chances de acortar la brecha con Menem.

Con el kirchnerismo su relación siempre fue distante pero hubo vasos comunicantes, a tal punto que Ricardo Jaime, antes de llegar a la secretaría de Transporte fue viceministro de Educación de la Provincia.

En 2011, cuando ganó la Provincia por tercera vez, la distancia con la Casa Rosada parecía irreversible. Lanzó el “cordobesismo” y una lista corta de diputados nacionales para competir por fuera del Gobierno nacional. Finalmente la bajó.

Llegó a plantear una demanda contra la Nación por fondos adeudados a la Caja de Jubilaciones de la Provincia. A pesar del calibre sus medidas, De la Sota jamás recibió el destrato público que dispensó la expresidenta

En 2015 se lanzó de lleno a buscar su sueño presidencial. Encontró en Sergio Massa una posibilidad de reinsertarse en la escena nacional, mientras que el intendente de Tigre, un sparring de fuste y con capital político.

De la Sota mantenía intacta su intención presidencial. Como todo político de raza buscó siempre acuerdos para lograr su objetivo que era llegar a la Casa Rosada. Era según él, el hombre que con más experiencia y el único que tenía la maduración exacta de la democracia argentina: 35 años.