La cápsula con material que podría ayudar a descifrar cómo comenzó la vida en el planeta Tierra aterrizó el último domingo en el campo de entrenamiento y pruebas de Utah del Departamento de Defensa de Estados Unidos, a siete años de su lanzamiento por parte del equipo OSIRIS-REx de la NASA. El contenedor, que trajo consigo una muestra de rocas y suelo del asteroide Bennu, de aproximadamente 250 gramos, fue transportado en helicóptero a una sala limpia, donde fue conectado a un flujo continuo de nitrógeno, ya que su análisis requiere de condiciones especiales.

Según informaron desde el propio sitio de la agencia espacial estadounidense, “el nitrógeno es un gas que no interactúa con la mayoría de los demás productos químicos”. En este sentido, detallaron que “un flujo continuo del mismo hacia el recipiente de muestra dentro de la cápsula mantendrá alejados los contaminantes terrestres para dejar la muestra pura para análisis científicos”.

Las muestras recolectadas de Bennu ayudarán a científicos de todo el mundo a “comprender mejor la formación de planetas y el origen de la materia orgánica y el agua que dieron lugar a la vida en la Tierra”, además de brindar a toda la humanidad enseñanzas sobre asteroides “potencialmente peligrosos”.

En tanto, para este lunes estaba previsto que la muestra del asteroide sea transportada al Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, donde los científicos curadores “desmontarán el recipiente, extraerán y pesarán la muestra”, crearán un inventario de las rocas y el polvo para, “con el tiempo, distribuir piezas de Bennu a científicos de todo el mundo”.

El administrador de la NASA, Bill Nelson felicitó al equipo OSIRIS-REx por “una misión perfecta” y destacó que se trata del “primer regreso de una muestra de asteroide estadounidense en la historia”. Además, al ser Bennu un asteroide potencialmente peligroso, aseguró: “Lo que aprendamos de la muestra nos ayudará a comprender mejor los tipos de asteroides que podrían cruzarse en nuestro camino”.

“Con OSIRIS-REx, el lanzamiento de Psyche en un par de semanas, el primer aniversario de DART y la primera aproximación a un asteroide de Lucy en noviembre, el otoño de asteroides está en pleno apogeo”, auguró Nelson y remarcó: “Estas misiones demuestran una vez más que la NASA hace grandes cosas. Cosas que nos inspiran y nos unen. Las cosas que muestran que nada está fuera de nuestro alcance cuando trabajamos juntos”.

El modelo de entrenamiento de la cápsula de retorno de muestras tuvo una prueba de aterrizaje el pasado 30 de agosto 
(Foto: NASA/Keegan Barber).
El modelo de entrenamiento de la cápsula de retorno de muestras tuvo una prueba de aterrizaje el pasado 30 de agosto (Foto: NASA/Keegan Barber).

La nave espacial fue lanzada el 8 de septiembre de 2016 y, con la guía del equipo, llegó a Bennu el 3 de diciembre de 2018. Entre 2019 y 2020 se realizó la búsqueda de un sitio seguro para recolectar las muestras, la cual se llevó a cabo el 20 de octubre de 2020, mientras que el viaje de regreso comenzó el 10 de mayo de 2021.

El investigador principal de OSIRIS-REx en la Universidad de Arizona, Tucson, Dante Lauretta, aseguró que el aterrizaje del último domingo “marca un hito extraordinario” para “la ciencia en su conjunto”. “La entrega exitosa de muestras de Bennu a la Tierra es un triunfo del ingenio colaborativo y un testimonio de lo que podemos lograr cuando nos unimos con un propósito común”, expresó en la misma línea que Nelson.

Sin embargo, el investigador advirtió: “Si bien esto puede parecer el final de un capítulo increíble, en realidad es solo el comienzo de otro. Ahora tenemos la oportunidad sin precedentes de analizar estas muestras y profundizar en los secretos de nuestro sistema solar”.

Al lanzar la cápsula hacia la atmósfera terrestre, la nave espacial se encontraba a 102.000 kilómetros de la superficie de la Tierra, aproximadamente un tercio de la distancia entre la misma y la Luna. El contenedor con muestras de Bennu viajó a 44.500 kilómetros por hora (km/h) y atravesó la atmósfera frente a la costa de California a una altitud de alrededor de 83 millas (133 kilómetros), para aterrizar en el campo de tiro militar en 10 minutos. En el camino, dos paracaídas se desplegaron para estabilizar y reducir la velocidad de la cápsula a 18 km/h al momento del aterrizaje.