Desde hace ya un buen tiempo la personalidad conocida como influencer fue creciendo y destacándose en las redes sociales. Mujeres y hombres que se inventaron a sí mismos, sin banca ni padrinazgos. Que lograron ser la cara de empresas de primera línea, espacio antes ocupado por deportistas, actrices o modelos. Ese nuevo lugar en las redes ligadas a la imagen como Instagram a su vez trajeron los llamados haters, seres oscuros que esperan agazapados que tal o cual influencer diga algo para que descargar su lluvia de mala onda. Algunos se lo toman con humor, pero Candela Sánchez Fourgeaux, no. Ella, una de las influencers del momento, lleva una batalla para que no se cristalice ese maltrato. Y para lograr su objetivo usa todo el arsenal que tiene a su alcance: el lápiz de labio y la palabra.

—Antes que nada, ¿ese Fourgeaux es verdadero o artístico?

—Es verdadero, de mi mamá. Se pronuncia furyó y es un apellido vasco francés. De hecho, fui a un colegio vasco debido a eso, al Euskal Echea.

—Sos influencer, ¿digo bien o el término puede tomarse de manera peyorativa?

—No me molesta que me digan influencer pero sí todo lo bastardeado que está el concepto. Porque en Argentina, no creo que, en todos lados, está marcado como aquella persona que básicamente no hace nada, que vive de canje y no tiene una profesión ni genera un contenido por detrás. Y no está bueno eso. Yo creo que un influencer es esencialmente dos cosas: un líder de opinión en una plataforma y un creador, una creadora, de contenido. Tenés que tener un contenido por el cual la gente te siga en Instagram, en Twitter o en Youtube. Y creo que no es fácil ser un líder de opinión ni es sencillo crear contenido. Entonces ahí es cuando me molesta el bastardeo.

"Un influencer es un líder de opinión en una plataforma y un creador, una creadora, de contenido"

—Hay una mirada prejuiciosa.

—Se ve lo fácil, se ve cantidad de seguidores, muchos me gustas, accesos permanentes que tenemos con marcas, invitaciones a lugares, y eso genera como bronca, como si fuera un laburo fácil. Se empieza a decir que esto no es un trabajo, que no está legitimado, que trabajar es tener que ir ocho horas a una oficina. En realidad, esa no es una discusión que tenga que ver mucho con ser influencer.

—Por lo que contás también debe haber mucho de envidia.

—Sí, pero lo que no se ve desde la envidia es el proceso por el cual uno llega a los lugares y la verdad es que en Argentina lo que veo en líneas generales es que se sabe poco del detrás de escena, de dónde venimos, la cantidad de horas que laburamos. La que es mamá y no durmió porque estuvo toda la noche con la bebé y a la mañana tuvo que ir a un evento a poner la cara. O sea, no es tan fácil la dinámica de este laburo y creo que todas lo vamos contando bastante bien. Y después está la lectura de cada uno. El que se quiere quedar con que laburar es ir a una oficina a las 9 de la mañana. Y que esto no es un trabajo. ¡Y capaz trabajás hasta las 5 de la mañana en la computadora! Muchos lamentablemente creo que tienen una lectura de ver sólo el resultado: "Ah, ¿por qué Aerolíneas te está invitando a un viaje?”. Y porque yo hace 8 años que comunico contenidos de viajes y la gente ha ido a un montón de lugares que uno comunicó. Entonces vos decís, "¿por qué una empresa no va a hacer un cobranding con vos?”. Y... ¡todavía cuesta!

—¿Hay un punto en dónde te convertís en influencer o te lo propusiste de entrada?

—Los influencers deberíamos ser por definición: persona conocida orgánicamente por una red social. Dentro de las famosas, por ejemplo, Jimena Barón, se la contrata como una influencer en cierta medida porque ella tiene mucho arrastre en Instagram, pero en realidad Jimena es famosa desde, no sé, los 6 años, por la tele. Ella es una especie de famosa que hace el doble juego de ser influencer en redes porque usa bien el lenguaje. A veces las marcas precisan, por ejemplo, 80.000 impresiones de una acción, y buscan influencers orgánicos, porque los famosos tienen una audiencia más volátil, que viene de la radio, de la tele, de la música, del cine. Nosotros tenemos más fidelizados esos seguidores. Yo ya venía de los blogs. Yo ya hacía pautas en mi blog. Después tuve otros laburos, en oficinas, en relación de dependencia, siempre en comunicación digital. Y más tarde empecé a explotar Instagram y también parte de la gente del blog migró ahí. El blog era estilo de vida, belleza, moda, cine, arte; medio lo que hago ahora en Instagram.

"A otras de mis colegas si les dicen algo del vestido contestan "¡qué pena si no te gusta!” y yo medio que te mando más a cagar"

—¿Cómo te llevás con los haters? ¿Te los tomás en serio o te reís de las repercusiones, ya sean negativas o positivas?

—Vos podés tener un mal día. Ir a la verdulería y que te atiendan mal y cagarte de risa. Si vos tenés un mal día porque te pasó determinada cuestión y a vos te maltratan te lo vas a tomar peor. Y las reglas de los medios, y esto de las redes que es relativamente nuevo, las hacemos los usuarios. Entonces ahí también se mete la plataforma como intermediaria para decir "esta agresión tan fácil está mal”. Las superfamosas, como La Jenner [Kendall], se reunieron con Instagram y les dijeron que una de las razones por las cuales publicaban menos contenido —Selena Gomez también, que es la más seguida— es porque las frustraba la agresión que había en las redes. Pero vos decís: son millonarias, superfamosas, pero si leés sus comentarios hay mucha violencia. Y las minas se frustraban como cualquiera. Twitter, por ejemplo, ya es una red violenta. Está legitimada esa violencia. El cool es el que bardea. Lo cool no es ir a decir "qué lindo está el mundo”. En Twitter si decís eso sos un pelotudo. 

—Y por eso, ¿no es mejor reírse del tema que tomárselo en serio y hacerse mala sangre?

—El comentario uno "qué feas son las calzas” al comentario ocho es "sos una mala madre”. Es así, no paran, no paran. La humorista Dani La Chepi [Daniela Viaggiamari] subió un video junto a Pablo Granados con exactamente la misma temática. A Granados le decían "qué espectacular”, "qué gracioso”, y a ella la reputearon. Lo hizo a propósito, como experimento. Porque lo que se ve es mucha agresión hacia la mujer. Y está mal. A otras de mis colegas si les dicen algo del vestido contestan "¡qué pena si no te gusta!” y yo medio que te mando más a cagar. Porque no tengo porque recibir una agresión encubierta, porque no soporto la agresión en la vida real ni tampoco en la vida digital. Si no se empieza a generar el sentido común de que porque estás expuesta la gente te puede maltratar. Y al maltrato hay que pararlo.

—Viéndolo desde afuera, sos más criticada cuando mostrás tu parte intelectual

—Sí, a mucho hater le molesta. Cuando creen que dije algo mal de Hegel, cosas que no tienen mucho sentido. Es como que no puedo ser embajadora de L'Oréal y hablar de Heidegger. Tengo que ser hueca. Pero no me lo tomo desde un lugar personal sino desde una construcción muy jodida social. Re machista. Y son las mismas mujeres las que después van a las manifestaciones del Ni Una Menos y piden determinados derechos para la mujer y no se dan cuenta que reproducen todo el tiempo sintagmas muy machistas. Eso es lo que a mí me jode. Hay una cosa que todavía está, de percepción, que las influencers somos todas huecas, y no es verdad; todas las que conozco tienen doble carrera y emprenden, que es re jodido emprender e ir por tu cuenta. Es lo más difícil de todo. Si la crítica es porque generamos contenido frívolo, en Instagram todos producimos contenido frívolo, yo y el que tiene 30 seguidores y sube una foto de su viaje a Japón. Es una red social muy de la imagen. Las stories nos humanizan.

—Cuando mezclás a Hegel con el labial medio que les explota la cabeza, no entienden

—Yo me defino como comunicadora digital y me es imposible salirme de mi mirada de comunicadora, la carrera es muy larga, muy pesada. Tres niveles de semiótica, de filosofía. Por eso lo que te decía antes del maltrato no es que lo hago desde un día sentirme agredida por un comentario machista, veo que se está cristalizando un sentido común horrible. Eso es lo que se tiene que romper.

—¿Creés que vas a ser influencer toda la vida o tiene fecha de vencimiento?

—La mayoría no sabe construir una marca. Hay una diferencia muy clara entre construir una marca y hacer una guita un tiempo o un éxito efímero. También eso me lo dio la carrera. A mí cuando me dicen cosas lindas o cuando me putean, para bien o para mal, es siempre desde mi lugar como comunicadora. Y lograr eso fue algo totalmente intencional de mi parte. Tienen mucha repercusión los análisis que hago sobre las redes sociales, sobre la vida digital, crecí mucho por eso. Un posteo que tuvo muchas impresiones, por ejemplo, fue "¿qué pasa con el novio o la novia que sube cosas del perro, de la amiga, del asado, pero no quiere publicar cosas con vos?”. Si subís fotos de todas las facetas de tu plano social y no de tu pareja es sospechoso. Estás jugando a otra punta, obvio. ¡El ghosting! El ghosting es que al otro no le importás, y ya.

—Última pregunta, la más importante, ¿quién te saca las fotos?

—Ja, depende. Ahora que estuve de viaje con mi hermano, mi hermano. Si no alguna de mis mejores amigas, Agustina, Flavia. Nosotras las influencers ya sabemos, igual. "Mirá, Mati, sacame allá”, que yo sé que la luz funciona, me la sacás en un segundo y sale bien.



Cuestionario flotante

1) ¿Qué cosa te olvidás de comprar cuando vas al supermercado?

—Papel higiénico.

2) Una ensalada ideal para acompañar el bife.

—Rúcula y parmesano.

3) ¿En qué juzgado te gustaría que caiga una causa tuya?

—Ercolini.

4) Un libro que recomendarías como influencer.

—La Teoría King Kong, de una escritora francesa, Virginie Despentes, que es el libro que

para mí tiene las bases del feminismo actual.

5) Sé que ves mucho Netflix, recomendá alguna película no tan conocida.

—Un película danesa que se llama La Modelo.

6) ¿Sos hincha de algún club de fútbol?

—Boca, vivo a 5 cuadras de La Bombonera.

7) ¿Qué personaje de Los Simpsons te llevarías a una isla desierta?

—Lisa.

8) Algún disco, algún artista, para recomendar en Spotify.

—Me gusta mucho el nuevo disco de Justin Timberlake.

9) Un placer culposo.

—No me da culpa nada, no sé qué puedo responder ahí; miro pornografía, ¿vale?

10) ¿Cuál es el emoji que más usás?

Cande Sanchez: "Los haters no entienden que puedo hablar de Heidegger y ser embajadora de L'Oréal”