En las últimas ruedas cambiarias, el dólar futuro, a enero del 2020, se llegó a vender a valores cercanos a los $59. Desde el Gobierno desmienten que haya preocupación en las escaladas del dólar, pero toda la política monetaria y económica está orientada a evitar una nueva corrida en medio del proceso electoral. Si en algún momento el macrismo coqueteó con la idea de pensar políticas para la Argentina de los próximos 20 años, el largo plazo del presente se llama octubre.

La historia es conocida. Para sostener los compromisos financieros y cumplir con los acreedores, el Gobierno accedió a un préstamo sin precedentes en la historia del Fondo Monetario Internacional: un alambre de 57 mil millones de dólares para atar la economía del posgradualismo.

A cambio, un par de medidas simples pero noqueadoras: cero crecimiento de la base monetaria, cero déficit fiscal primario y cero intervención en la plaza cambiaria (a menos que el dólar se escape de las bandas de la zona de no intervención, cuando se puede intervenir con pequeñas compras o ventas). El economista Carlos Melconian, ex titular del Banco Nación, lo llamó un plan "picapiedra” por lo rudimentario. Un ABC de la economía ortodoxa.

Con esta estratagema para domar al dólar, al Banco Central que dirige Guido Sandleris le queda una sola herramienta para evitar la volatilidad del tipo de cambio: la tasa de interés de las Leliq, el instrumento de absorción monetaria de la entidad, que llegó para reemplazar a las Lebac, la bola de nieve que creó Federico Sturzenegger y que muchos expertos describen como la principal causa de las corridas cambiarias del pasado, ya que llegó a ser superior que los pesos circulantes en la economía real.

El uso de esta herramienta no debe pasar desapercibido. Una tasa de interés muy alta hace imposible cualquier inversión en la economía real por dos factores: a. Es más rentable colocar los pesos en Leliq que encarar cualquier emprendimiento; y b. Para prestar dinero, los bancos piden tasas de pago superiores a la del Banco Central, ya que deben encontrar una rentabilidad superior a la de las Leliq.

A medida que se acerca el proceso electoral, la volatilidad del tipo de cambio se irá acrecentando. También acá intervienen varias cuestiones. El MSCI* aumentó la ponderación de China en las inversiones en economías emergentes. Si suben las inversiones en el gigante asiático, bajan en el resto de los países emergentes, entre los que aparece Argentina. También existe cierto riesgo adjudicado a la variable electoral, es decir, a un posible triunfo de Cristina Kirchner en las elecciones. El segundo gobierno de la dirigente peronista fue, para especialistas en economía, muy cerrado para con los mercados.

Estos dos parámetros, más la crisis de confianza que afecta al oficialismo en la economía internacional y el cementerio de empresas a nivel local, sirven para entender el sube y baja en el que se encuentra la economía macrista: o aumenta la volatilidad del dólar -con la posibilidad de una corrida cambiaria- y con eso crecen las chances de que Macri pierda las elecciones; o el Gobierno endurece la política monetaria -léase, sube las tasas- y golpea la economía real, lastimando a una porción del electorado que no puede rehusar en los comicios, aumentando también el descontento social y la posibilidad de un desborde interno.

*MSCI es un ponderador estadounidense de fondos de capital inversión, deuda, índices de mercados de valores, de fondos de cobertura y otras herramientas de análisis de carteras.