El programa firmado por la Argentina con el FMI prevé que el organismo desembolse unos US$ 10.600 millones en lo que resta del año, a cambio del cumplimiento de metas de acumulación de reservas y, sobre todo, de reducción del déficit fiscal.   

El Gobierno argentino le pide anticipar parte de esos fondos, con el argumento de que el impacto de la sequía fue muy superior al esperado y pegó más duro de lo proyectado sobre la recaudación impositiva.   

El equipo económico de Sergio Massa le explica a los técnicos del Fondo Monetario cómo se derrumbó el ingreso por el impuesto a las exportaciones del agro, y cómo eso se transfirió a una caída de reservas brutas que están punto de quebrar el piso de los US$ 36.000 millones.   

La feroz suba de tasas definida en la semana, con un interés del 91% anual, es la primera prueba que Massa le da al Fondo de que está dispuesto a aplicar la ortodoxia aún a riesgo de una caída del Producto Bruto.   

La segunda prueba que pediría el organismo es acelerar con el ritmo de devaluación de la moneda, convencidos sus técnicos de que hay un retraso cambiario en la Argentina.   

El problema para el Gobierno es que la depreciación del peso juega en contra del objetivo de tener alguna capacidad de competir electoralmente este año.   

Es decir, impacta sobre el plan nunca formalizado que tiene Massa de llegar a la Presidencia, un objetivo que parece contar con el aval de la vicepresidenta Cristina Kirchner y del gobernador bonaerense Axel Kicillof.   

Con una inflación ya jugada para abril -las consultoras la ubican por encima del 8%- la pretensión de Massa es que los precios comiencen a desacelerar en mayo.   

Quedan seis meses para las elecciones generales, y el ministro de Economía sabe que le sería imposible defender una postulación si el costo de vida no da indicios claros de bajar.   

Por ahora, las cuentas que hace están vinculadas con despejar el conflictivo frente del dólar durante mayo, y sacar al blue de la discusión diaria de los argentinos.   

Está claro que el ciudadano de a pie considera que cada vez que sube el dólar sus ingresos caen.

Los números que se discutirán con el FMI.

Si prosperan las tratativas, el FMI le adelantaría US$ 5.000 millones al Gobierno para que los vaya vendiendo a razón de los $222 de dólar oficial. El problema es que el mercado considera que el dólar es de $455, el nivel del contado con liquidación.   

Pero el Fondo se inclinaría por ir hacia una reducción acelerada de la brecha cambiaria, activando el ritmo de devaluaciones diarias.   

Es otra manera de aminorar el paso de la fuga de capitales, consideran los técnicos del organismo multilateral.   

Pero a Massa se la abre otro frente, que explica la reunión mantenida con las cúpulas de la CGT y de los movimientos sociales.   

Es que en la carrera por la indexación, los gremios aceleran el pedido de actualización trimestral y de sumas fijas para compensar la fuerte caída del poder de compra de los salarios.   

Ya hay varias paritarias que se están reabriendo, ya habrá muchas más en las próximas semanas.   

El 60% de inflación proyectado por Massa para este año se observa cada vez más incumplible a medida que avanza el año.   

Analistas política sostienen que Massa busca ser el candidato del Frente de Todos y explican que, para eso, deberá generar condiciones para ilusionar con alguna estabilidad.   

No habrá estabilidad sin dólares en un Banco Central que no ha podido acumular reservas en las últimas semanas.   

Así las cosas, mayo será el mes clave para que el oficialismo vaya definiendo cuál será su oferta electoral de este año.   

Los tiempos se acortan y el clima económico y social conspira contra la expectativa de retener el Gobierno.