Son semanas claves para el Gobierno Nacional. Macri piensa en avanzar en un gran acuerdo nacional e intenta convencer a los gobernadores para compartir el costo del ajuste de los 300 mil millones de pesos que exige el FMI para el Presupuesto del 2019.

Sin embargo, en la Casa Rosada no abundan las buenas noticias. Es más, escasean. Sucede que según las propias estimaciones oficiales los números de la inflación de junio provocarían un nuevo golpe a los ánimos del Ejecutivo: rondarían entre el 3,5% y 4%.

Si estos números se mantienen tal como está estimado, la inflación de junio sería la más alta en los últimos dos años. Un dato que ni Marcos Peña ni el Presidente quieren escuchar para lo que viene: el Presupuesto y un año en vísperas de las elecciones del próximo año.

Mientras el primer mandatario y el jefe de Gabinete revelan cierta tranquilidad y optimismo por la estabilidad momentánea del dólar, la inflación toca las puertas de las oficinas de Balcarce 50 y originan un nuevo dolor de cabeza.

¿Por qué? Sin dudas, la inflación se traduce en aumentos, la peor noticia para la clase media y baja que solo suma desconfianza y desaprobación por el Ejecutivo en estos últimos meses.

La inflación de junio rondaría entre el 3,5% y 4% según las estimaciones oficiales

¿Cuáles serían las causas de una inflación tan alta? La devaluación del peso, las subas del combustible (por el incremento del dólar y el petróleo en el mundo) y su impacto en los precios de los alimentos (aceites, pan y carne), sumados al aumento del transporte. 

La inflación core (núcleo, que elimina precios regulados y estacionales) daría alrededor del 4,2%, según pronostican los privados. Esa medición, la más observada desde el Banco Central (BCRA), sería las más elevada desde la salida del cepo cambiario.

En este escenario, el dato que menos seduce a Macri y su mesa chica de Cambiemos es que finalmente los números anuales arrojarían el doble de la inflación planteada a fines del 2017 (15%). Alcanzaría según los más optimistas el 30%, mientras que los realistas anticipan un 32 por ciento.

En definitiva, los próximos días serán arduos y agitados para el Gobierno, que deberá controlar varios frentes que están a punto de explotar. La inflación, por lo pronto, asoma como la próxima mala noticia que el Jefe de Estado y su equipo deberán intentar que no se traduzcan en votos durante las próximas elecciones.