Mientras el equipo económico de Mauricio Macri le rinde cuentas a la misión técnica del Fondo Monetario Internacional para conseguir nuevos desembolsos por US$11.000 millones, los coletazos de una recesión sin fecha de vencimiento se palpan con dureza. En los últimos tres años, quebraron 2.177 empresas en Capital Federal y Gran Buenos Aires.

Los datos se desprenden de un sondeo elaborado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que a su vez apunta que en el mismo período de tiempo, 246 compañías entraron en procesos preventivos de crisis.

En 2018, las quiebras se incrementaron en un 11% respecto al año anterior, en sintonía con el magro cóctel que incluyó una devaluación del 100% de la moneda nacional, la inflación más alta desde 1991, iliquidez, tasas altas y falta de crédito.

Las estadísticas del estudio privado tienen relación con la cantidad de cheques rechazados, que en 2018 experimentaron niveles superiores a los vistos en 2002 - 5,23% de rechazos sobre el total de los emitidos contra 4,35%-, el momento más agudo de la crisis económica que terminó con Fernando de la Rúa subido a un helicóptero. 

A la espera de las cifras de la tasa de desempleo correspondientes al último trimestre de 2018 -las publicará el INDEC en marzo y entregarán los peores registros, producto de la corrida cambiaria suscitada a fines de agosto-, el Gobierno continúa recibiendo preocupaciones de cara a una campaña proselitista que se avecina complicada.