Serena Williams respondió con la ropa y ganó
Serena Williams perdió la final del US Open ante Naomi Osaka, una joven 16 años menor que ella, y se le escapó la oportunidad de igualar a la australiana Margaret Court como la tenista con más títulos de la historia de los Grand Slam, 24. Sin embargo, parafraseando a Margarita Stolbizer, "ella ya ganó".
Serena Williams cumplirá 37 años a fin de mes. Hace algo más de un año tuvo a su primera hija y el circuito del tenis no le hizo fácil su regreso. La maternidad, para las tenistas, se considera una lesión. Por ese motivo, al regresar a las canchas había perdido su puesto número 1 en el ranking y tuvo que competir en Roland Garros como si fuera la 451 del mundo. Intentando una lectura entre líneas de las reglamentaciones del torneo, si tuviste un hijo y aun te quedan ganas de conquistar el mundo, tan sencillo no te va a resultar.
WIlliams tuvo un período post parto difícil para su salud. No solo tuvo que someterse a una cesárea de urgencia sino que, días después del nacimiento repentino de su bebé, se le detectó una embolia pulmonar que la llevó de nuevo al quirófano.
Para su reintegro, el año pasado, Serena decidió usar un catsuit o monoprenda negra con un cinturón rojo que la ayudaba con los problemas de coagulación que tenía y, además, la hacía sentir más cómoda.
El organizador de Roland Garros, Bernard Giudicelli, consideró que era un uniforme inaceptable: "Creo que a veces hemos llegado muy lejos. El conjunto de Serena de este año, por ejemplo, no será aceptado más. Hace falta respetar el juego y el lugar", explicó en aquel entonces a la revista Tennis Magazine.
Repasemos la carrera de Serena Williams. Lleva en su haber 31 finales de Grand Slam, una más que Roger Federer, incluidos seis en las pistas de Flushing Meadows, el último logrado en la edición del 2015 y el primero en la de 1999. Estas estadísticas la convierten en la tenista con más finales de Grand Slam de la historia del tenis mundial, si dejamos de lado la división entre tenis masculino y femenino.
Este año volvió a las canchas con la firme intención de visibilizar la prohibición que sufrió el año pasado en cuanto a su indumentaria, y decidió equiparse con algunos conjuntos diseñados por el niño mimado de la moda, Virgil Abloh.
El director creativo de Louis Vuitton y creador de la firma de streetwear Off-White, creó para ella una serie de vestidos inspirados en el tutú de las bailarinas clásicas que Serena combinó, en su último partido, con medias de red. Sus zapatillas y su bolso llevaban impresa la palabra "a.k.a queen" y, para no ahorrar en gestos de feminidad, llevó una impecable manicura.
Lo que demostró Serena es que el respeto a las normas también puede leerse como un gesto de irreverencia, y que también puede servir para reafirmarse políticamente. ¿Cómo se codifica que "la pantera" haya obedecido a las reglamentaciones más arcaicas de la Federación francesa de tenis de la manera más cliché posible? ¿Hay mejor forma de visibilizar el estereotipo de lo femenino que adoptar la estética imperante del deber ser de la mujer mientras se convierte en la campeona del torneo?
Serena se vistió de mujer. Hizo caso. Abandonó su monoprenda de superheroína, como la llamó en una entrevista, y se puso lo que le dijeron que era apropiado: una pollerita femenina, medias de secretaria ejecutiva, uñas pintadas de rosa. Hizo caso mientras dejaba un tendal de heridas en el torneo, sus competidoras. Obedeció, mientras alcanzaba a Roger Federer en las estadísticas más exigentes de la historia del tenis.
Hace apenas unas semanas, la menor de las Williams reveló al mundo sus problemas de depresión posparto, a través de sus redes sociales. "Creo que es importante que las mujeres sepan que eso no pasa como en el mundo de Instagram. Yo también lo pensaba. Pero en la vida real a tu cuerpo le lleva tiempo recuperarse, física y mentalmente", explicó.
La leyenda del tenis, Billie Jean King, se expresó en Twitter afirmando: "La persecución a los cuerpos de las mujeres debe terminar. El talento excepcional que Serena Williams le ofrece al juego merece un respeto. Y las críticas a lo que ella usa es (sic) una falta de respeto".
Como dijo ella misma el año pasado en un artículo que escribió para la revista Fortune, a propósito de la brecha salarial entre hombres y mujeres, "los ciclos de pobreza, discriminación y sexismo son mucho más difíciles de romper que el récord de los títulos de Grand Slam".
A Serena le preocupa el tema, sí, pero tiene herramientas para enfrentarlos. Su talento demuestra que aunque la pantera se vista de seda, pantera queda.