Las torpezas estilísticas de Macri: ¿es, se hace o lo dejan ser?
Sería ingenuo pensar que los asesores de imagen del gobierno actual, que basan una gran parte de su gestión en la inversión de tiempo y dinero en estrategias de marketing y comunicación, desestiman la importancia de la vestimenta y el cuidado personal de Mauricio Macri.
Sin embargo, el presidente suele realizar apariciones públicas haciendo un uso polémico de la indumentaria, ya sea porque se presenta sin corbata en reuniones con Christine Lagarde o porque desconoce cómo ponerse alguna prenda de trabajo para una recorrida oficial.
Su último paso en falso está relacionado nuevamente con ese tipo de impericias en las que suele incurrir con frecuencia, y las redes sociales no se lo dejaron pasar.
Las burlas en relación a su falta de conexión con el universo del trabajo y su falta de estilo ya lleva una amplia lista de memes: cuando se puso los guantes de trabajo al revés; cuando apareció en Villa La Angostura con buzo polar y Crocs; cuando visitó una pastelería y usó el gorro con las orejas afuera y, hace pocos días, cuando visitó un hospital y se colocó la bata al revés.
El estilo de Macri no se caracteriza por ser sofisticado. A pesar de su poder adquisitivo, no se muestra como una víctima de la moda ni como un comprador compulsivo. Si bien incurre en todos los estereotipos del dress code "cheto" -como las camperas Uniqlo, los "mocasines de rugbier", la alianza entre camisa y pantalón pinzado- no abusa del lujo ni de primeras marcas.
Desde que Gastón Greco, diseñador y fundador de la marca chaqueña de zapatos Posco, le mandó un par de regalo y un mensaje que tocó una fibra de su relación con la moda, Macri se suele presentar con zapatos de esta firma nacional.
"Te vi muchas veces con zapatos Superga, marca italiana; otras con Nike, marca americana; y me parece que el presidente debería usar zapatos de marca nacional. Te mando un abrazo de bostero a bostero", decía la carta de Greco.
En sus fotos de campaña siempre ha jugado con el celeste de sus ojos, usando colores que destaquen ese elemento del que usa y abusa hasta el cansancio. ¿Quién puede culparlo cuando hay personas que confesamente han declarado haberlo votado por esa característica física?
De todos modos, hay una parte de su relación con la indumentaria con la que el presidente flaquea, y es la que tiene que ver con sus visitas oficiales a espacios de trabajo. Cuando tiene que ponerse un gorro de pastelero, un par de guantes de seguridad, una bata de hospital, muchos nos preguntamos "¿es o se hace?". O mejor dicho "¿es y lo dejan ser?".
No hay pelusa que se le escape al cráneo comunicacional detrás de las acciones de Cambiemos, Jaime Durán Barba, por lo que pensar que las torpezas estilísticas de Macri son casuales y espontáneas no es una opción por estos lares. Así como los ojos celestes son explotados de manera irracional, la postura de "caído del catre" que insisten en exponer no deja margen de duda: el presentimiento de que esos gestos de despreocupación generan ternura o empatía.
"No saber" como variable de cercanía, como gesto de humildad. "No tiene por qué saber usar guantes de obrero, si es ingeniero", lo defendieron algunos usuarios en redes. Tampoco sabía cuánto era el salario mínimo de un jubilado cuando visitó el programa de Mirtha Legrand, pero no parece pagar ningún precio por eso.