Año no electoral, clave bajar la cabeza e imprimir un poco de occidentalismo. Nadie va a juzgar porque nadie va a escuchar porque el país va a alquilar su mente al mundial de Rusia. Y si de todas formas Sampaoli hace lo que todos esperamos que va a hacer (fracasar), tampoco la reacción argentina contra medidas de civilización puede ser tan preocupante porque no hay elecciones.

Fijarse y tomar nota que lo que se puede intentar hacer a "escondidas" son medidas para que los argentinos dejen de ser parias mundiales inentendibles o, siendo mas concesivos, un pueblo intenso que celebra una inflación del 25% en lugar de 40%. Números de inflación que en cualquier país judeo-cristiano-asiático implicaría el fin del gobierno de turno.

Ahora imprima estos dos párrafos que escribí y tírelos a la basura.

La posta del gobierno la tiene Marquitos Peña. Esa posta (la imagino como una maza de madera laqueada, pero usted puede imaginar el falo que quiera), tiene marcado solo un número, que, obviamente, es "2019". Con esa posta (maza, falo), Marquitos le pega en la cabeza a toda idea o análisis expuesto en los dos primeros párrafos de esta columna.

Marquitos expone cada vez que puede que la pobreza se baja con acción del estado, al mejor estilo Kiciloff. Pero, a la vez, a Marquitos no le preocupa en lo más mínimo tener la mayor cantidad de ministerios del mundo. El 80% de ellos inviables y solo útiles para repartir favores. Marquitos no quiere tocar nada porque tiene en sus manos a la pelota de gente que apoyó al kirchnerismo durante al menos 10 años. Son los mismos.

No es tonto Marquitos, la gente cuando piensa en política en Argentina premia el ganar las elecciones por sobre avances efectivos o revolucionarios que devienen de la gestión.

Es todo un partido de fútbol, pero con votos en lugar de goles. A nadie le interesa el estado de las butacas o el pasto. Los objetivos de Marquitos serán no tocar nada hasta el 2019, para que los que antes votaban a Cristina lo voten a él, por tercera vez.