El Doctor José Luis Espert en un tweet describía los vaivenes desquiciados en materia económica Argentina de esta manera: "En dos años pasamos de un default récord mundial y maldecir la deuda, a ser el país emergente que más deuda internacional colocó, tener una crisis cambiaria, quedar afuera de los mercados para que luego nos salvaran con un blindaje organismos y bancos. Estamos del tomate...mal".

El tweet representa la actualidad de Argentina a muchos niveles: desde la simple logística del kioskero, que espera al camión que le entrega la caja de alfajores; hasta el equipo económico de Cambiemos, que se niega a seguir una línea recta normal y simple que tenga sustento práctico en paralelo con el resto de los países del mundo.

Ampliar contenido
 

Gráficamente, Argentina es como un Juampi que corre el colectivo debajo de un chaparrón, se resbala con una cascara de banana, se agarra del manubrio de una bicicleta para no caer, se sube a la bicicleta y empieza a pedalear para alcanzar al colectivo, pero en la dirección contraria para terminar estrolándose con su mamá, que venía de hacer compras.

Obviamente esto llega al fútbol, una de las mejores commodities que ofrece el país, pero teñidas de la suerte y la incongruencia de Juampi en un día de lluvia. Argentina, una vez mas, comete un papelón internacional espectacular, mostrando dos caras preocupantes. La primera, que el futbol argentino está manejado por sindicalistas, por lo que toda decisión, negocio, planificación y performance es típica del gremialismo argentino: mafioso, torpe y tan ignorante que roza (y a veces abraza) lo idiota.

Argentina, una vez mas, comete un papelón internacional espectacular mostrando dos caras preocupantes: un fútbol manejado por sindicalistas y la incongruente política exterior de Macri

La segunda cara es la de la política exterior de Macri. Por empezar el conflicto tuvo el aditivo de una mentira, ya que la AFA es parte de esta administración nacional. El nefasto Chiqui Tapia le reporta a Angelici, quien, a su vez, responde a Macri. Cuando el canciller Faurie, con una sorna desesperante, nos asegura que el Estado Argentino y la Asociación del Fútbol Argentino son dos cosas distintas y que no tienen incidencia uno a la otra es una vil mentira que solo se mantiene para que esta última no sea desafiliada de su ente rector, la FIFA. Pero en la practica así funciona.

El partido con Israel contaba con elementos que le servían a ambas figuras. Por un lado a la AFA le servían los dos palos verdes directos que iban a recibir (recibieron y, por supuesto, ya gastaron) y, por otro lado, al Gobierno le servía como una tibia y mediocre compensación de "no nos animamos a mover la embajada a Jerusalem porque somos pusilánimes, pero les llevamos a Messi"; fue una especie de intento a media máquina de ganar unos miserables puntos de agrado hacia Trump, quien a su vez es odiado por todo el gobierno.

Por su parte, los jugadores de la Selección Argentina pidieron entrenar menos, después pidieron vacaciones y luego lloriquearon con que viajar a Israel era peligroso. Todo esto a 10 días del Mundial de Rusia y con solo un amistoso jugado. Contra Haití. Ante esto, el Gobierno "alertó" a la AFA porque el partido era muy peligroso; o sea, se alertaron a ellos mismos para suspender el partido.

Esto derivo en uno de los martillazos en la cara de Israel más fuertes de su historia en términos de ratificación de su derecho a existir. Esto fue una cobarde pintada de cara a Israel que es la primera escala mundial de la civilización, la piedra filosofal ideológica del próspero nuevo milenio que tenemos la suerte de vivir. Fue la fiel representación de un Juampi torpe.