El presidente anunció la firma de un DNU de extinción de dominio para recuperar los bienes de la corrupción y el narcotráfico. Una nueva jugada de Durán Barba para poner primera y arrancar la campaña electoral en un terreno cómodo para el oficialismo y complicado para la oposición.

El verano no se le plantea fácil para Macri. Él y todo su equipo lo saben. Es cierto que ni el brote de hantavirus, ni las inundaciones en el norte del país fueron motivos suficientes para interrumpir el descanso del presidente coraje.

No obstante, en su vuelta al trabajo, Macri se encontró con los números rojos de la economía. En este marco, el FMI confirmó que el país caerá 1,7% en 2019. Para sumar malas noticias, la imagen presidencial volvió a caer luego de haberse estabilizado en diciembre. Mal arranque para un año electoral.

Sin embargo, rápido de reflejos, el oficialismo decidió retomar la agenda pública con el anuncio de la firma del DNU –de dudosa constitucionalidad y aplicación– para recuperar los bienes de la corrupción. Maravillosa jugada, y por varios motivos.

En primer lugar, la decisión de que sea vía decreto erige a Macri como el único impulsor de la lucha contra los corruptos. Diferente habría sido el panorama si se insistía con el proyecto que tiene estado parlamentario en el Congreso Nacional porque, en ese caso, una ley de consenso entre todas las fuerzas políticas le sacaba la posibilidad de llevarse todo el rédito al oficialismo.

La decisión de que la Ley de Extinción de Dominio sea vía decreto lo erige a Macri como el único impulsor de la lucha contra los corruptos.

En segundo lugar, el Gobierno elige el tema de la corrupción no solo porque se siente cómodo en ese terreno, sino también porque es una de las mayores preocupaciones de los argentinos –junto con la seguridad y la economía–. Cabe recordar que durante la última etapa de 2018, Cambiemos utilizó como estrategia refugiarse en su núcleo duro a base de un discurso xenófobo y de mano dura.

A partir de ahora comienza la etapa de aumentar el caudal de votantes. Maniobra 100% clásica de Durán Barba, quien ya tiene todo medido y organizará una campaña a medida partiendo del núcleo duro para ir abriéndose hacia los votantes blandos y luego los posibles. Por eso nunca hay que mirar la foto, sino la película. Si bien Macri tiene mala imagen en la actualidad, puede despegar y comenzar a crecer a medida que transcurra la campaña.

Por último, la jugada deja a la oposición en un lugar incómodo porque quedan obligados a rechazar el DNU por su evidente inconstitucionalidad. No obstante, a gran parte de la ciudadanía no le interesa los tecnicismos en torno al decreto, sino que divide automáticamente entre quienes luchan contra la corrupción y los corruptos.

Una línea divisoria clara que siempre es funcional al macrismo quien, apoyado en todo su aparato mediático, sale ileso de cualquier sospecha de ilícitos, mientras toda la oposición es bombardeada con denuncias judiciales y mediáticas.

Así las cosas, el oficialismo arrinconado por la situación económica sale en la búsqueda de copar la agenda con temas taquilleros y que intentan captar votos. Un decreto de necesidad y urgencia, sí. Electoral.