Sin brújula
El premio consuelo no es más que eso. Un intento de significar o aliviar algo que no se intentó a concretar. Una búsqueda para conformar algo que no llegaste a conseguir o que cada vez está más lejos. San Lorenzo está en ese dilema.
¿Hay que alegrarse si el Ciclón llegase a clasificar a la Copa Libertadores? ¿Debe celebrar un equipo apático y sin identidad la posibilidad de acceder a la segunda instancia de la Sudamericana? O el objetivo de comienzo de año quedó tan lejos que ya no debemos remarcarlo. Y proponer una fuerte y profunda autocrítica.
Cuando el Pampa fue confirmado en su cargo, atado al banco de suplentes a costa de algunos triunfos del semestre anterior, tenía una meta concreta: llegar hasta el final del torneo con posibilidades de gritar campeón. Pelearle a Boca mano a mano el título, mientras el xeneize deposita sus energías en el certamen continental.
Sin embargo, en el equipo de Boedo circula una idea de “conformarse con acceder a la Copa”. Es cierto: la vara está más alta que en los últimos años. Pero los buenos síntomas del club (el crecimiento de socios, la obtención de títulos, etc) no deben permitir que se bajen las expectativas ni mucho menos. San Lorenzo tiene el deber de estar siempre en la discusión de los mejores. Jugar por cosas grandes.
¿El futuro? Mejor no pensar en lo que viene porque puede aparecer, aún con mayor presencia, la incertidumbre que rodea al Ciclón por estos días. ¿Expectativa a corto plazo? Vencer a Atlético Mineiro y jugar las fichas que quedan en estar en posiciones de clasificación directa a la próxima Libertadores.
La foto del plantel de hoy tampoco llama a ilusionar a muchos. O a nadie. Más bien es un equipo que, salvo algunas excepciones individuales, no logra contagiar. No propone y, si consigue la victoria, es más por alguna inteligencia individual de algún iluminado que una virtud grupal.
San Lorenzo no encuentra la brújula. No tiene horizonte y es más preocupante el futuro que el presente. Aún hay tiempo para alinear los planetas, pero, al menos por ahora, nadie tiene la receta en sus manos.