Con una ráfaga de Juan Fernando Quintero, Racing se lo dio vuelta este jueves a Corinthians en el Cilindro de Avellaneda y con un justo 2 a 1 sacó boleto para la final de la Copa Sudamericana, que disputará ante otro brasileño, Cruzeiro, el sábado 23 de noviembre en La Nueva Olla de Asunción. Yuri Alberto adelantó al equipo paulista a los 5 minutos, pero el colombiano, con dos goles a los 35 y a los 38, el primero de penal, selló la clasificación de la Academia, que jugará una instancia decisiva de un torneo continental después de 32 años.

Arrancó torcida la noche para los dirigidos por Gustavo Costas, que en la ida habían hecho negocio con un emocionante 2 a 2 ante los del argentino Ramón Díaz.

Ni bien comenzado el encuentro, un gran taco del neerlandés Memphis Depay, tras un desaguisado de la defensa del local, habilitó a Yuri Alberto, quien -desde una posición cerrada- definió cruzado ante la salida de Gabriel Arias.

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Racing no se dio cuenta de que al partido le quedaba más de una hora y media de juego, y por muchos momentos se desordenó en busca del empate ante un Corinthians que lo esperaba bien plantado y aprovechaba las espaldas de los volantes del dueño de casa.

El cuadro de Avellaneda se partió y cada contragolpe del conjunto de San Pablo olía a gol, como el que protagonizaron Depay y el argentino Rodrigo Garro, quien, después de una pérdida inocente de Santiago Sosa, quedó solo frente a Arias pero remató al cuerpo del arquero.

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"Juanfer" Quintero se vistió de goleador y convirtió un doblete: Racing le ganó 2 a 1 a Corinthians (Video: DSports).

Corinthians pagó un altísimo precio por esa maniobra desperdiciada por el exenganche de Talleres de Córdoba. Quien le facturó fue el colombiano, primero con un penal que le rompió el arco a Hugo Nogueira y, apenas minutos más tarde, con un remate cruzado tras una avivada del alcanzapelotas y una gran asistencia de cabeza de Adrián "Maravilla" Martínez.

Racing tuvo el 3 a 1 a los 58 minutos por medio de Maxi Salas, después de otra genialidad de "Juanfer", y, a partir de allí, el partido se jugó a puro nervio, con aproximaciones a los arcos más que jugadas claras y netas de gol.

La desesperación cambió de manos: ahora fue el cuadro paulista el que se fue con todo en busca del empate, sin inquietar demasiado a la Academia, que hizo cambios, manejó los tiempos e intentó que se jugara lo menos posible. El Cilindro explotó de emoción, aunque a Racing todavía le quede dar un pasito más, justamente ante el mismo equipo que en 1992 lo derrotó en su última final continental, la de la extinta Supercopa Sudamericana.