En su próximo viaje a Nueva York para asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas, Mauricio Macri intentará reunirse con operadores de Wall Street para intentar, en persona, llevarles tranquilidad a pesar del comportamiento volátil de la economía, que ya no le permitirá al Gobierno cumplir con las exigencias del Fondo Monetario.

Macri les encomendó la tarea de sentarlo con los lobos bursátiles de Manhattan a dos de sus principales lazos con ese mundo: el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y el vicepresidente del Banco Central, Gustavo Cañonero, hombre de confianza de Luis Caputo. Otro que conoce las entrañas del monstruo y que le transmitió al presidente la preocupación de los inversores es el secretario de Finanzas, Santiago Bausili.

Por ahora tiene cita con dos fondos "amigos" del Gobierno argentino: Black Rock y Templeton. El primero, manejado por el magnate Larry Fink, es el fondo de inversión más grande del mundo y tiene una estrecha relación con el Ejecutivo: Fink fue uno de los primeros en reunirse con Macri y en apostar por las Lebac.

Con el segundo hay un vínculo más reciente: adquirió parte de la primera emisión de Botes en pesos un dia antes de uno de los megavencimientos de Lebac. Pero, además, Templeton es socio de SBS Asset Management, fondo del que Gustavo Cañonero era director antes de asumir como vice del BCRA.

Aunque en Nueva York valoran la apertura a los mercados y el ingreso de Argentina al club de los emergentes, interpretan que el impacto de la "tormenta" mundial en la economía argentina fue mayor que en otros países y, por ese motivo, no sería seguro invertir en el país. 

En el comienzo de esta semana, en Wall Street hubo un fuerte castigo a las acciones de los bancos argentinos por la decisiones del Central. Entre los ADR (certificados a través de los cuales las empresas argentinas cotizan en la Bolsa de Nueva York), los de los bancos cayeron hasta 6% en dólares.

Algunos de los motivos fueron la suba de los encajes mientras el dólar se disparaba, el desarme de las Lebac (que le resta a los bancos una herramienta que les permitía ganancias por las altas tasas) y el escándalo de los cuadernos, que protagonizan varios empresarios nacionales cuyas compañías cotizan en esa plaza.