Sergio Berni quedó nuevamente en el centro de la polémica por un accionar que puede ser considerado peligroso en relación al cargo sensible que detenta. Poco después de encabezar el operativo de desalojo con más de 4 mil efectivos de la Bonaerense sobre los cuatro improvisados barrios que ya se extendían sobre las 100 hectáreas usurpadas en Guernica, el ministro publicó un spot celebratorio como parte de su ¿campaña electoral?

Allí sostuvo: "Hoy más que nunca, sostengo las palabras que compartí este martes en una entrevista de Cadena 3 con el periodista Miguel Claria" acompañado por un video que repone sus palabras y destaca "la obligación" de defender "el derecho a la propiedad privada".

Sin embargo, lo más preocupante es que el spot lleva la firma de su sello político "Fuerza Buenos Aires (FBA)", espacio con el que el ministro intenta hacer pie -sin mucho éxito- desde este año en la interna del peronismo bonaerense.

La pasión de Berni por los flashes de la televisión ya le trajeron problemas en el pasado, no sólo con la ministra Sabina Frederic sino especialmente con los intendentes, que desprecian el abandono de la gestión cotidiana por las apetencias electorales del funcionario. No son pocos quienes apuntan que la rebelión de los oficiales de la Bonaerense -que dañó fuertemente la imagen del ministro- fue alentada o, cuanto menos, tolerada por los jefes comunales del conurbano.

De la misma manera, el plan de reforzamiento de la seguridad en la Provincia de Buenos Aires fue gestionado sin la participación del ministro, por el contrario, el acuerdo de Nación y el gobernador fue directamente con los distritos. Nadie quiere que los recursos vayan a la campaña electoral del médico castrense.

Tras la llamada "rebelión de los pitufos", Berni había quedado seriamente afectado en su imagen. El desalojo en Guerni le devolvió un protagonismo que parecía perdido. Y fiel a su verborragia, no tardó en volver a hacerlo notar. 

Aún así, el pronóstico para el futuro del funcionario sigue siendo reservado. Los apoyos políticos con los que cuenta alcanzan con los dedos de una mano para enumerarlos y cualquier nuevo paso en falso puede poner fin a su prematura carrera política.