A 72 horas de la derrota electoral que sacudió al Gobierno, se crisparon los nervios en el Frente de Todos acerca de cómo reaccionar. Entre los tres socios mayoritarios de la coalición se echan la culpa mutuamente y encuentran distintas razones para explicar la derrota que se traducen, a su vez, en diferentes posturas respecto de cómo seguir hacia adelante.

Las elecciones dejaron más preguntas que respuestas, pero una certeza es que el oficialismo perdió gran parte del electorado que lo votó en 2019. En el Instituto Patria creen que la narrativa de la vacunación y la salida de la pandemia no alcanzó y que el voto bronca vino por el lado del bolsillo. Según esta lógica, el principal capital político de Alberto Fernández, el “ampliar hacia el centro” mediante la moderación, no funcionó y ahora lo que se necesita es un viraje rotundo en lo político y, sobre todo, en lo económico. En el albertismo, por su parte, creen que fue la intromisión del kirchnerismo en la gestión lo que alejó al votante blando

Para los desencantados, el rechazo de la ciudadanía se habría originado en la dificultad para afrontar la cotidianeidad con salarios e ingresos que, después de una caída abrupta antes de 2019, siguieron disminuyendo con los efectos de la pandemia y que desde hace meses corren por detrás de una inflación que tampoco cesa. La derrota en las urnas reavivó una disputa interna que quedó suspendida por las responsabilidades de campaña: la disyuntiva entre inyectar en una economía a la que le cuesta salir del letargo o priorizar la tranquilidad económica y el equilibrio fiscal.

La primera reacción post PASO

Al Gobierno aún le queda afrontar los comicios de noviembre y apunta a recuperar lo perdido. En Casa Rosada reconocen que “la macroeconomía ordenada no gana elecciones” y preparan un paquete de medidas que se anunciarán el jueves. “Hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente”, se repite como disco rayado en boca de todos los dirigentes frentetodistas. Entre ellas: un bono para el 83% de los jubilados, un aumento del 10% del salario mínimo y la posibilidad de una cuarta edición del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), aunque destinado a una porción más acotada de esa población –la más vulnerable–.

Además, habrá ampliaciones en el Programa Te Sumo de empleo joven y extensión de créditos productivos. Pero antes de todo eso, este miércoles la administración nacional debería presentar el proyecto de Presupuesto 2022; algo que, a partir de la derrota electoral y con la necesidad de readaptar criterios de cara a las generales, será postergado.

Los sectores del FdT descontentos con la gestión de Fernández piden la salida de Martín Guzmán –e incluso de otros ministros, como Santiago Cafiero–. Así lo expresaron públicamente Juan Grabois, Andrés Larroque, María de los Ángeles Sacnún y Hugo Yasky. Se espera que el presidente, con la necesidad de generar un mejor resultado en noviembre, pise el acelerador, pero siempre dentro de los márgenes fiscales que su equipo económico considera viables. Además, el elemento del acuerdo pendiente con el FMI no es menor: una rienda suelta a la financiación del Banco Central al Tesoro complicaría las negociaciones con el organismo multilateral.

Por eso, en el albertismo consideran que el camino es apurar el diálogo con el acreedor internacional. Para ese sector, radicalizarse podría implicar el rechazo de los mercados, espantar a los inversores, aumentar la brecha cambiaria y consecuentemente acelerar la inflación.