#8M: el fútbol está mareado
La agenda feminista le marca la cancha a la cultura argentina. Ya no alcanza con que en la Primera División de Fútbol Argentino la voz del estadio celebre que se viene el día de la mujer y que la tribuna aplauda. De cara al #8M, Belgrano salió a la cancha con remeras estampadas con los porcentajes de desigualdad de género en tanto brecha salarial, femicidios, inequidad en puestos de trabajo y demás. Un guiño para las chicas que vamos a la cancha, que todavía no estamos muy cómodas paseándonos en short por la popular ni gritando "¡Por afuera, Pity, por afuera!". Mucho menos colgando una bandera, una especie de condición propia de los hombres.
El siempre correcto San Lorenzo estampó en sus camisetas un delicado "8M" rosa. La Subcomisión del Hincha de River organizó una "jornada de reflexión sobre la violencia de género" para el próximo sábado antes del partido versus Patronato, con dos oradoras instruidas en el tema.
Pero el fútbol está mareado con el feminismo y se nota. El ejemplo claro es Boca, que por ser políticamente correcto, borró a las porristas de "Las Boquitas" del fútbol profesional mientras fue torpe y grosero cuando dos de sus jugadores estrella, Barrios y Cardona, fueron denunciados por abuso sexual, amenazas y lesiones leves.
Las bailarinas de "Las Boquitas" iniciaron campañas en las redes sociales para volver a La Bombonera, porque son profesionales y porque les encantaba lo que hacían. ¿Qué tiene de feminista la medida? Nada. Como frutilla del postre, los colombianos fueron resguardados bajo el ala de la dirigencia y de los medios. Si querían concientizar sobre género; gol en contra: hicieron todo al revés.
Los casos de abuso sexual irrumpieron en la agenda del país y también en la del fútbol, porque las chicas ya no nos callamos más. Alexis Zárate, ex jugador de Independiente, fue condenado a seis años y medio de prisión por abuso sexual en septiembre del año pasado y Martín Benítez, actual jugador del Rojo, fue cómplice: estuvo en el momento del hecho y es ex pareja de la víctima. Hace una semana, lo entrevistaron en TyC Sports y, serio, mirando fijo a cámara, dijo que no tocaba ese tema, porque lo "desenfocaba del fútbol". Antes de la pregunta, los periodistas dijeron que ellos se sentían incómodos al consultarle sobre el tema. Nadie entiende mucho cómo manejarse.
Rosario Central, luego de que se filtre un video del defensor Fernando Tobio agrediendo a mujer, llevó a todo su plantel profesional a una charla sobre concientización en cuestiones de género. No importa cuán real sea el interés de las dirigencias con el tema o si lo hacen como como pantalla: instruir a las futuras generaciones es la clave.
Cuando los abusos salpican los ambientes populares, como el rock y el fútbol, la encrucijada está en desterrar ídolos. Qué difícil para un hincha de River dejar de venerar a Ortega, emblema indiscutido del club, que fue denunciado en 2005 por amenazar a su esposa de ese entonces y no podía acercarse a ella. La responsabilidad de la dirigencia está en las medidas ejemplificadoras. Si se señala a las víctimas y no se castiga al acusado, si los compañeros de plantel se funden en un silencio cómplice, el hincha se abrazará todavía más a un ídolo que solo embarra la cancha.